Crisis de la Sociedad de la Información

Su impacto en el mundo profesional y laboral

En los últimos quince o veinte años no se ha dejado de hablar en términos positivos de la revolución de la sociedad de la información y de su repercusión en todos los ámbitos: educativos, culturales, profesionales e, incluso, en la vida personal y cotidiana . En realidad, cuando se empieza a acuñar el término nos hallamos inmersos en una sociedad post-industrial en la que todo parece posible, desde el que pensamos eterno “estado del bienestar” al desarrollo ilimitado de la tecnología electrónica . La industria cinematográfica, como una muestra más de nuestro pensamiento y nuestras esperanzas, nos acerca visualmente a los entornos del año 2 . 000: paradigmas de nuestra futura felicidad .

Está a punto de cumplirse uno de los mayores anhelos de la humanidad: tener al alcance de la mano toda la información necesaria para trabajar, investigar o divertirse, y, por supuesto, los medios para conseguirla . A ello viene a contribuir decisivamente el inmenso desarrollo de la informática y las telecomunicaciones en la última mitad de este siglo . ¡ Bien, ya se ha cumplido ! . ¡ Enhorabuena ! . Ya tenemos a nuestra disposición, toda las fuentes de información deseadas y ahora . . . ¡ vamos a utilizarlas ! . Pero . . ¿ cómo buceo entre todas ellas, cómo me guío y selecciono la información que me interesa, cómo optimizo el binomio tiempo/resultados ? . He aquí las interrogantes por despejar en los años venideros .

El exceso de información colapsa al individuo

Todo aquel que, a diario, tenga que consultar fuentes de información, de uno u otro tipo, sabe ya de antemano de lo que estamos hablando . Son numerosas las horas que “perdemos” delante de un ordenador, sumergidos entre papeles o hablando con las personas que creemos que nos pueden ayudar, intentando conseguir esos datos, esa información, en definitiva, ese conocimiento que precisamos para desarrollar la tarea que nos apremia . Por tanto, cabe preguntarse qué ha significado para el individuo la sociedad de la información . ¿ Realmente ha mejorado su trabajo, su ocio, su comunicación con el entorno, ya sea laboral, social o personal ? .

La respuesta es afirmativa en lo que respecta a numerosos ámbitos, pero si nos centramos en el objetivo de este pequeño trabajo: su impacto profesional y laboral, habría que matizar enormemente . Y de ahí el título y el contenido del mismo: la crisis de la sociedad de la información se basa en que la “invasión” de esta información paraliza al individuo en demasiadas ocasiones e impide su eficacia en términos tiempo/rendimiento .

A pesar de los indudables beneficios de los numerosos recursos disponibles, todos los directivos y profesionales nos hemos interrogado más de una vez acerca de la operatividad de este sistema y hemos añorado lo que he dado en llamar el “paradigma de la Biblioteca de Alejandría”: ¿ no le resultaría más “eficaz”, incluso en parámetros empresariales actuales, a un investigador heleno la búsqueda de información en esa biblioteca que a nosotros en todas las redes actuales ? .

El caso Internet es realmente sintomático: red global pero caótica . ¿ Encontramos en ella la respuesta inmediata, organizada y precisa a nuestra demanda concreta, esta demanda de la que depende, en algunas ocasiones, una oportunidad concreta de negocio ? . La respuesta, en nuestra opinión, es no .

En estos últimos meses están surgiendo nuevos buscadores en la red de redes que cuentan con equipos humanos de apoyo en línea para analizar y responder más afinadamente a las búsquedas que hacen sus usuarios . De esta manera intentan suplir las carencias que ofrecen las búsquedas totalmente automatizadas que ofertan los otros buscadores .

El acceso a esta red en términos de tiempo consumido/calidad conseguida/resultados obtenidos no es eficaz, como se ha podido comprobar en los numerosos estudios realizados en torno a la edad, tipo de actividad, tiempo que dedican a su consulta y respuestas con éxito de los usuarios de Internet . Gran parte del problema, bajo nuestro punto de vista, es la clasificación inicial de la información y la generalidad de los parámetros de búsqueda . Estas dos circunstancias condicionan la optimización del proceso e impiden el trasvase de conocimiento .

¿ Qué directivo no ha rechazado la idea de recurrir a Internet cuando le apremia la necesidad de obtener una información concreta y ha recurrido a otra fuente cercana, menos completa, pero más rápida ? . Este mismo directivo consultará la red cuando tenga “más tiempo que perder” y, entonces, buscando y buscando, incluso quizás otra cosa, de pronto se encuentra con eso que necesitaba, con tanta prisa, hace unas semanas .

Volvemos a la pregunta: ¿ para que sirven este tipo de redes ? . Sin duda, para mucho, para muchísimo . No es objeto de este artículo analizarlo, pero, en una sociedad que se orienta hacía una competitividad salvaje, hacía una necesidad inmediata de respuestas, hacía una renovación e innovación constante, esta herramienta resultará incompleta mientras su estructura continúe por el mismo sendero .

La aportación de las TI a las organizaciones

Esta fuera de toda duda que casi nada de lo que constituye nuestro entorno inmediato y mediato sería posible sin el desarrollo de las Tecnologías de la Información ( TI ) . Nuestras vidas personales, nuestro trabajo y nuestras relaciones son radicalmente diferentes a lo que eran hace 50 años . Ello ha contribuido a incuestionables mejoras en todos los campos y . . . a la aparición de nuevos problemas, en cierto modo derivados del desarrollo anterior . Uno de ellos y, a primera vista el más grave, es el desempleo .

En el ámbito empresarial se puede hablar de grandes y positivos cambios, de todos conocidos . Pero en este punto de la historia, en el que se vislumbran con claridad las grietas del sistema, cabría reflexionar sobre aquellas concepciones, procesos o grupos que no fueron adaptados o modificados en paralelo al desarrollo tecnológico y que han propiciado el caos o la falta de efectividad en sistemas que, en principio, resultaban muy esperanzadores y, en algunos campos, una auténtica panacea .

Las grandes empresas son conscientes de estos axiomas y han comenzado a llevar a cabo, en los últimos 10 años, verdaderos giros copernicanos en el concepto mismo de empresa: se tiende a atomizar las megaestructuras que se han convertido en ingobernables y surge el modelo de pequeñas organizaciones, de 200-300 empleados máximo, interconectadas entre sí . La empresa pequeña facilita enormemente su gestión y, en el mundo actual, no se precisa, en muchas áreas de negocio, la presencia física para trabajar en determinados proyectos conjuntamente . No obstante, continúa sin resolverse parte de las situaciones que han creado los condicionantes expuestos anteriormente: la invasión de información, su consiguiente imposibilidad de acceso selectivo, y la deficiencia en el transvase de conocimiento .

Hacía una sociedad del conocimiento

Con la experiencia de estas últimas décadas tan “informadas”, nos hemos dado cuenta de que lo que necesitamos es conocimiento . En nuestra vida diaria surgen ejemplos sencillos pero muy ilustrativos . Uno de ellos: deseamos realizar un viaje a Latinoamérica, por ejemplo, ya sea por motivos laborales o de ocio, y, cuando intentamos acceder a todas las ofertas que se nos ofrecen a través de los diferentes medios, es tal el volumen de información que va surgiendo y envolviéndonos, que, al final, o seleccionamos alguna de ellas casi al azar o recurrimos al método tradicional de la agencia de viajes para evitar perder más tiempo . Reflexión más inmediata: hubiésemos necesitado conocer la mejor oferta, no exclusivamente información sobre ellas .

Si esto lo trasvasamos a l

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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