Wireless
La moda “sin” cobra fuerza en la Red
En todo el mundo, el fenómeno wireless se expande rápidamente, sobre todo en Estados Unidos, donde se acoge el también llamado Wi-Fi. Tal es la notoriedad que están adquiriendo que en la actualidad se estima que existen cerca de 16 millones de dispositivos sin cables sólo en EEUU. Tras alcanzarse estos niveles de presencia en el mercado, el Pentágono por miedo a los hackers y a los espías ha llevado a los responsables del Departamento de Defensa de EEUU a establecer medidas estrictas en cuanto al uso de tecnología inalámbrica. En concreto el personal civil y militar tendrá que usar sus terminales móviles, ordenadores de mano y los denominados “buscas” con una serie de restricciones fuera del Pentágono, edificios militares y de inteligencia, incluso si los aparatos son de uso personal.
Al hablar de ventajas la más resaltada por los usuarios es la movilidad. Portátiles y dispositivos de mano se han convertido en los cacharros tecnológicos más codiciados. Ofrecen conexión a Internet, pero sin necesidad de hilos. Para ello, es suficiente disponer de una tarjeta y tener una red inalámbrica disponible. Campus universitarios, como los existentes en la Universidad Europea de Madrid o LaSalle, hoteles, oficinas, aeropuertos y vuelos comerciales, ya se han sumado al llamado “boom” wireless.
Hasta el momento Brittish Telecom no ha querido dejar pasar la oportunidad y se ha lanzado de lleno a su conquista. Los aeropuertos de Heathrow, Gatwick, Stansted y Aberdeen dispondrán de Internet, al igual que la cadena de hoteles Hilton. Según David Hughes, máximo responsable del área de movilidad de BT, “se espera que el Wi-Fi suponga la mitad del coste y el triple de la velocidad que ofrece la telefonía móvil de tercera generación”. Continuando con su plan de expansión Hughes matizó que las redes wireless llegarán a los trenes británicos tal y como ya sucede en Japón.
Un océano de posibilidades
Del mismo modo que en los entornos cotidianos, ocurre cada vez más que quienes se van de vacaciones tienen posibilidad de conectarse para revisar sus correos electrónicos y enviar o recibir informaciones de diversa índole desde un chalet en una estación de esquí, un barco anclado fuera de costa, o en camping.
Las conexiones de alta velocidad reavivaron en algunos el sueño de convertir una casa de campo en una oficina, especialmente mientras las tecnologías mejoran y los costes disminuyen. Bien sea a través de una línea electrónica, de satélites, o de transmisores inalámbricos, o una combinación de los tres, decenas de corporaciones están tratando de lograr éxitos en este remoto mercado de banda ancha.
Un claro ejemplo lo representa Carl Zetie, analista de Forrester Research, quien instaló una antena direccional corta en su techo que señala a una torre celular de banda ancha inalámbrica ubicada a dos millas de distancia, tras decidir ubicar una oficina la casa que posee en Waterford Glenn, Virginia. Ahora puede navegar por Internet a un millón de bits por segundo, 20 veces más rápido que con las conexiones a través de líneas telefónicas convencionales.
Los satélites responden
Según diversos analistas del sector entre el 5 y el 10% de todos los hogares y los negocios de Norteamérica y Europa no tienen la oportunidad de optar por una alternativa a los cables convencionales debido a la maraña de obstáculos tecnológicos existente a ambos lados del Atlántico.
El coste y la complejidad de las conexiones a Internet basada en los satélites están disminuyendo. Actualmente, Europe Online ofrece servicios por satélite para clientes europeos, cobrando 150 euros por un año de acceso. Una antena diseñada para cubrir las necesidades de las comunicaciones por satélite cuesta entre 100 y 300 euros. Este tipo de receptores permite acceder a la línea de suscripción digital (DSL) a velocidades unas diez veces más rápidas que una conexión con línea telefónica estándar.
Sin embargo, el satélite tiene sus limitaciones. Los usuarios se quejan de que el servicio se corta durante períodos de densa lluvia y nieve, en Norteamérica por lo menos, una vista bloqueada de la trayectoria sureña de la órbita puede causar interrupciones.
“Los sistemas satelitales son buenos proveedores si se entienden sus limitaciones”, afirmó David Farmer, director de proyecto de One North East, organización británica sin ánimo de lucro para conectar por banda ancha a la zona rural inglesa del noreste.
One North East, ha utilizado satélites y tecnologías de redes inalámbricas de corto rango para llevar acceso de banda ancha a 15 pueblos y 12 sitios rurales, entre ellos el bar local, en los condados norteños de Northumberland y Durham en Inglaterra.
Concretamente en nuestro país Neo-Sky (operador de banda ancha de Iberdrola) e Hispasat (operador español de comunicaciones por satélite) han firmado un acuerdo para facilitar servicios de acceso a Internet en band