Webzines. Una periferia elegida
En solitario o en pequeños grupos con aficiones e intereses afines, muchos jóvenes descontentos se atrincheran en la periferia de Internet, un lugar idónéo para publicar sus webzines y dar rienda suelta a opiniones y críticas sin cortapisas ni censuras. Cine de la serie Z, porno, rock independiente, cómic, política, ecología..., cualquier tema imaginable, parecen sugerir que Internet es un espacio independiente.
Una sociedad virtual distinta, al margen de las leyes y hostil a los reglamentos. La realidad es bastante más compleja que la apariencia. De momento, los webzines, siendo una plétora, ocupan un espacio pequeño de la Red y dan menos que hablar que los fenómenos mercantiles y bursátiles, pero están contribuyendo, quizá como ninguna otra manifestación, a extender por el mundo el saludable mito de Internet como último espacio de libertad, un estímulo para los contestatarios de todo tipo, organizados o no, que no encuentran otro cauce de expresión en la sociedad actual.
Los semiólogos, siempre atentos a los modos de expresión, se han lanzado a interpretar estas nuevas manifestaciones. Se ha puesto de moda un autor francés, Pierre Lévy, para quien "la cibercultura es un heredero legítimo (aunque lejano) del proyecto progresista de los filósofos del siglo XVIII. En efecto, valoriza la participación en comunidades de debate y argumentación [...] alienta una manera de reciprocidad esencial en las relaciones humanas". Viene a decir Lévy que "el ciberespacio no es el desorden, simplemente expresa la diversidad de lo humano" [...] Lejos de ser una subcultura de fanáticos, la cibercultura expresa una mutación de la esencia misma de la cultura". Sobre estas bases, el profesor Lévy ha redactado un informe para el Consejo de Europa en el que no duda en calificar a la cibercultura como "segundo diluvio" ( hypermedia.univ-paris8.fr/pierre/cyberculture/cyberculture.html )
Con palabras más prosaicas, resulta indiscutible que Internet está cambiando las formas de comunicarnos, de trabajar y, quizá, la forma de concebir aspectos de la realidad. Y que representa una contrapartida virtual a un conjunto de fenómenos sociales, que dan origen a esa forma específica de comunicación que son los webzines. Respuesta electrónica a las numerosas revistas de papel, que no pueden vivir sin la publicidad, mientras que estos productos artesanales tienen a gala el sobrevivir sin ella.
Para los estudiosos del fenómeno, el papel sigue siendo un soporte mejor que el electrónico. Los fanzines, cuya generalización se produce con el advenimiento de la fotocopiadora (un invento lanzado por Xerox en 1959) son la fuente de inspiración de las actuales publicaciones electrónicas. Aquéllos siempre han contado con recursos escasos, no obstante lo cual han llegado a conseguir una calidad y una difusión que muy pocos de los webzines han alcanzado hasta ahora. Falta un largo camino para que la edición electrónica y la transmisión en línea sustituyan por completo al papel; por el momento, el porcentaje de fanzines que se producen única o principalmente en formato electrónico es inferior a los de papel, pero muchos títulos empiezan a utilizar ambos soportes. Las iniciativas que se han decidido por un servicio electrónico complementario son muchas, y cada día más.
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La irrupción de estas publicaciones en la Red pone de manifiesto, quizá mejor que la de los medios tradicionales, algunas cuestiones que siguen sin respuesta. En la medida en que casi cualquiera puede crear en poco tiempo y con una módica inversión su propio sitio, se considera que Internet es el medio de los medios (¿o habría que decir media?) No importa que los puristas se rompan la cabeza intentando averiguar si Internet es un medio, un soporte o un vector de comunicación, porque la proliferación de estas publicaciones plantea la doble cuestión del continente y el contenido tanto en términos editoriales como en su modo de difusión. Las reflexiones en torno a estos asuntos plantean que la Red está modificando nuestra concepción de los soportes de comunicación, por la aportación tanto intelectual como lúdica que ofrece a los usuarios, que pueden difundir por todo el planeta sus ideas individuales o colectivas. Pero no de cualquier manera.
Los webzines poseen, como sus parientes editados en papel, una estructura simple, que responde a una concepción propia y a una elección que no carece de cierta disciplina y que para su buen funcionamiento debe respetar algunas condiciones. La más importante de todas es que si no responde a las expectativas de los lectores desaparece sin dejar rastro. Muchos, por esta razón, se complacen en contar su propia experiencia y el método que hay que seguir para no fracasar en lo que, qu