La policía desarticula red de salteadores de banca online
La Policía Nacional ha desarticulado una red de piratas informáticos acusados de estafa bancaria, utilización ilegítima de terminales de telecomunicación y delito contra la intimidad. Uno de los cinco detenidos ha sido ganador de numerosos maratones informáticos.
Tras meses de indagaciones, los investigadores consiguieron centrar la forma de actuar de los implicados, que consistía en la instalación y difusión de virus informáticos a través de correos electrónicos a ordenadores particulares y accesos públicos a internet tipo cibercafés.
Una vez que conseguían entrar al sistema, controlaban las comunicaciones de los usuarios de banca on line y obtenían sus claves de acceso. Después, iniciaban las operaciones desde el centro de Europa, que consistían en conectarse ilegalmente a redes sin importar que estuvieran o no protegidas y monitorizar las mismas, es decir, hacían un seguimiento de cuándo aumentaba la cuenta del usuario, lo que solía ocurrir a primeros de mes.
Según pudieron saber los agentes, los delincuentes idearon incluso un ingenioso sistema que permitía conocer si sus operaciones eran rastreadas de algún modo, especialmente por parte de la Policía. En tal caso, desviaban la acción ilegal a cualquier usuario de la Red, lo que provocó que durante la investigación haya habido personas que pasaran de ser presuntos autores de los robos a convertirse en víctimas del entramado.
Una vez que los sospechosos controlaban el dinero desde Europa, comenzaban a actuar terminales informáticos ubicados en Argentina, desde los que se realizaban transferencias a titulares de cuentas a comisión denominados mulas, es decir, personas que se hacían cargo del dinero durante un espacio de tiempo muy corto y conocedores del origen del mismo. Cuando era recibido, se retiraba inmediatamente a través de diversos cajeros automáticos.
Pero los ahora detenidos no sólo utilizaban Internet para sustraer el dinero, sino que el último barrido de cuentas lo habían realizado gracias a una antena parabólica que actuaba en un radio de 20 kilómetros. Así, según explicaron las fuentes informantes, una personas que nada tuviera que ver con los arrestados, podía ser espiada desde las tripas de su ordenador y dar acceso sin saberlo a su sistema y, por tanto, a su situación financiera.