El gran fallo de las telecos europeas
El pasado 31 de mayo la operadora KPNQwest solicitaba a sus administradores la declaración de bancarrota debido a las deudas valoradas por más de 1.800 millones de euros. La quiebra de KPNQwest significa el principio del fin de una de las empresas de telecomunicaciones más importantes del continente europeo, y el comienzo de una etapa de redistribución de las comunicaciones europeas. El enorme hueco que deja KPNQwest, con 25.000 Km de fibra óptica desplegados en toda Europa, va a ser aprovechado por sus competidores, que ya se han posicionado para hacerse con la antigua red de KPNQwest.
Consecuencias controladas
Las consecuencias de la caída del operador, joint venture entre la teleco holandesa KPN (propietaria en un 40 por ciento) y la compañia norteamericana Qwest (con un 47 por ciento), han sido mucho más profundas para las comunicaciones europeas que una “simple” quiebra de una compañía tecnológica más. En un principio, se temió el colapso de las conexiones europeas a Internet, debido a la extensa red que la compañía tenía desplegada en toda Europa y en las principales ciudades y países. Durante los días posteriores a la quiebra, se advirtieron numerosos problemas en las conexiones europeas y transcontinentales, y muchos empleados des- pedidos de la compañía decidieron seguir trabajando en el centro de operaciones de KPN en Bruselas, ante la amenaza de una caída en las conexiones. Sin embargo, el punto neutro londinense Linx, uno de los principales nodos de interconexión de Internet en Europa entre operadores, devolvió las aguas a su cauce al asegurar que las conexiones europeas no sufrirían un colapso, tal como habían afirmado algunos medios, sino que sólo afectarían a aquellos clientes de KPNQwest que todavía no hubieran migrado de proveedor.
Los principales clientes de KPNQwest en Europa, compañías como el banco holandés ABN-AMBRO, Dell, HP o Nokia, recibieron un comunicado en el que se solicitaba el abono de las facturas que tuviesen adeudadas con KPNQwest para garantizar las conexiones “al menos durante todo el mes de junio”. De hecho, la red del operador se mantiene operativa hasta el día 1 de julio, al menos por el momento y según las últimas informaciones del operador, al haberse asegurado el cobro de las deudas de sus clientes.
A la espera de compradores
De esta forma, KPNQwest gana tiempo para buscar compradores que asuman la distribución de su servicio, aunque empresas como Colt se apresuraron a anunciar que asumiría parte de la red de KPN, a los pocos días de conocerse la quiebra del operador. Unas cuarenta empresas han expresado su interés en comprar la totalidad o parte de Ebone, una de las principales redes troncales IP del continente, adquirida el año pasado por KPNQwest. Compañías como BT, Deutsche Telecom, France Telecom, Colt, Cable&Wireless o Tiscali. Un consorcio liderado por Lehman Brothers Holdings estaría interesado en comprar los activos del operador en Europa occidental, valorados antes de la quiebra en 100 millones de euros, pero AT&T sigue siendo considerada como una de las principales candidatas a adquirir la compañía.
Sin embargo, las posibilidades de hacerse con la totalidad de la red de KPNQwest son remotas incluso para los propios operadores consultados. Lo más probable es absorber algunos clientes de la operadora. Por ejemplo, Colt llegó a un acuerdo con KPN para hacerse cargo del tráfico de los servicios que venía gestionando la operadora en la región Benelux, y también en España. Del mismo modo ha actuado BT Ignite en Europa y España.
Causas de una muerte anunciada
Con la empresa en quiebra, ya hay quien ha sugerido la posibilidad de un fraude en la contabilidad de KPNQwest, como la analista holandesa SNS Securities. La compañía podría haber manipulado sus datos de Ebitda y de ingresos para obtener un crédito en el mes de marzo, momento en el que KPNQwest todavía tenía credibilidad entre los inversores.
Lo cierto es que nada más conocerse la situación de bancarrota de KPNQwest, sus acciones en la bolsa de Amsterdam se derrumbaron un 71 por ciento, en una empresa que había conseguido ingresos por valor de unos 800 millones de euros en 2001 y estuvo valorada en 40.000 millones de euros en el año 2000. Las causas de la estrepitosa caída de KPNQwest se pueden descubrir en el ejemplo de las comunicaciones norteamericanas, con ejemplos de compañías que quisieron crecer demasiado deprisa, como Global Crossing, y que acabaron sumidas en un mar de pérdidas y sin nuevos créditos de financiación.
La liberalización de las grandes compañías europeas de telecomunicaciones prometía mayor competencia y precios más bajos, pero al final se está volviendo a una situación en la que únicamente sobrevivirán los “dos, tres o cuatro operadores más fuertes del continente”, según pronostica un responsable de BT Ignite España. Este ha sido el caso de KPN, antigua empresa pública, que aprovechando la nueva desrregulación de los mercados, se alió con la telco Qwest en una ambición mal calculada teniendo en cuenta el desajuste entre el ritmo de penetración y demanda de las conexiones europeas y las pretensiones sin fundamentos de las empresas tecnológicas. Se calcula que unos 20.000 millones de euros se invirtieron en el ten