Y ahora ¿qué?

Cuando ya pensaba que el sector de las Tecnologías de la Información había encontrado la piedra filosofal que iba a permitir a los usuarios desarrollar excelentes aplicaciones a un coste prácticamente nulo, y cuando todos los fabricantes ya han desarrollado y lanzado estrategias y productos en esa línea, y cuando ya existía una conciencia social de luchar contra el despotismo de los precios marcados por una determinada empresa –¿adivinan cuál?– aparece un estudio de una de las consultoras más prestigiosas a nivel mundial y desmonta todo. Resulta que ahora después de un largo periodo de tiempo escuchando que había luchar contra el “monopolio despótico” de Microsoft y darle al usuario la llave de la libertad –esto último me parece correcto– parece que a menos que usted disponga de una empresa con unas dimensiones similares a las de Telefónica, la instalación de un sistema operativo de código abierto le resultará más cara que si opta por uno “propietario”. ¿Por qué? Muy sencillo, ya que según se apunta en el referido análisis, los costes de soporte resultan significativamente más altos ya que es prácticamente imposible conseguir economías de escala. Según parece el quid de la cuestión se sitúa en que el desarrollo de aplicaciones sobre un entorno de código abierto, como por ejemplo, J2EE/Linux no sólo es más costoso sino también más complejo que hacerlo sobre la plataforma .Net. Este hallazgo de la consultora ha provocado entre otras cosas que el discurso defensor de Linux se traslade del lado social/político –que tan buenos resultados le ha cosechado– al puramente técnico, don­de parece que las cosas no son tan bonitas como las pintaban. Conclusión: una vez más, muchos usuarios engañados son los que pagarán las consecuencias, además de algún que otro fabricante.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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