¿Volvera a nacer Hollerit?
Cada vez que, por cualquier circunstancia, releo la aventura de Hollerit, comienzo practico de nuestra aventura informática de hoy, me siento mas maravillado. Un hombre situado dentro del entorno de la Administración Pública americana, que, ante un problema de acumulación de trabajo, por puro crecimiento de los volúmenes a manejar, piensa en la necesidad de una solución distinta de la acumulación humana, distinta del incremento de las cabezas de funcionario para hacer frente al creciente trabajo, ¿Se imaginan ustedes lo que hubiera hecho, puesto en el caso de Hollerit, cualquiera de nuestros burócratas habituales, públicos o privados? Hubiera dado lugar a una creación de empleo público que hubiera sido un gozo. Miles de nuevos funcionarios contando casillas. Aquel incomparable sistema del tiempo de los sumerios (palito, palito, palito, palito; cinco palitos, gusanito), en todo su esplendor. Tan utilizado hasta ahora por estos pagos. Pero Hollerit, en lugar de pedir que se cubra de oficinas la Ciudad Universitaria hasta las lindes de Roncesvalle, y que se llenen de funcionarios y contratados, empieza a pensar en una solución absolutamente nueva. Busca un procedimiento electromecánico capaz de acometer el trabajo con rapidez y fiabilidad. Analiza en profundidad las características del trabajo a ejecutar, y lo que hace desde ángulos absolutamente nuevos . Y diseña una máquina con unos fundamentos muy sencillos,. aunque se base en una nueva energía (la electricidad, mal dominada todavía en aquellos entonces).
¿No es maravilloso? No sé si los momentos de crisis son los más oportunos para reconsiderar cómo se están haciendo las cosas. Porque la crisis tiene siempre unas consecuencias económicas no desdeñables, y toda reconsideración representa unos costes. Costes de estudio y costes de adaptación a los nuevos métodos que se proponen como consecuencia del estudio.
Si, en las crisis económicas, los cambios pueden entrañar unos costes difícilmente asumibles por las empresas, existen otras circunstancias que pueden hacer aconsejable la introducción de cambios, precisamente en esos momentos: la inquietud organizativa, la necesidad de actuar.
Moraleja: pensemos en utilizar la cabeza, en pensar. Y en olvidar nuestro ego. Quizá así podamos sobrevivir.