¿Un paso más?
El análisis de la decisión tomada por Microsoft debe ponerse cuidadosamente en contexto. En primer lugar, en el de un entorno legal digno de la lucha libre, un “a la fuerza ahorcan” que quita mucho valor a la decisión: la Comisión Europea, tras haber ejemplificado con una sanción pensada deliberadamente para ser la más alta de su historia, tenía maniatado al gigante de Redmond con una presa infalible, y amenazaba con apretar mediante multas de ejecución diaria si el gesto no tenía lugar. En segundo lugar, algunas instituciones como el gobierno del Estado de Massachussets, habían manifestado su inclinación a no fiar la portabilidad de los inmensos repositorios de documentación pública a las decisiones de una empresa privada que parecía poco inclinada a aceptar estándares como el Open Document Format (ODF). Por último, una reflexión más: imaginemos una Microsoft empezando a paladear las posibilidades de una nueva estrategia basada en la apertura de su código. O, incluso, en el desarrollo de una nueva plataforma, un nuevo Windows, basado en software de código abierto, en el mejor estilo Red Hat o Linspire. Una empresa así, con su potencia de distribución y soporte, conformaría hoy un competidor dificilísimo de batir, con un producto de calidad, y dotado además de una potencia inigualable para definir estándares de mercado. Sería, sin duda, un movimiento interesantísimo, reseñable por su inteligencia. Pero, ¿se ha planteado Microsoft algo así? Si se lo ha planteado, con esta apertura a regañadientes lo disimula muy bien. En realidad, el gesto del código no tiene importancia ninguna. No indica nada. No se han enterado de nada. Una verdadera pena. Que con su pan se lo coman.
Enrique Dans, profesor del Instituto de Empresa