Todas las decisiones que tome una persona que ocupe puestos de responsabilidad deben estar influidas por la racionalidad, inteligencia, coherencia y sentido práctico.
Todas, absolutamente todas las decisiones que tome una persona que ocupe puestos de responsabilidad -da igual que pertenezca al sector privado o público- deben estar influidas por la racionalidad, inteligencia, coherencia y sentido práctico, huyendo de cualquier concesión a la visceralidad, cerrilismo o antipatías atávicas porque, este tipo de frivolidades -utilizando un eufemismo- más pronto o más tarde pasan factura. He oído, de fuentes diversas, versiones sobre la posible causa de que Hewlett-Packard no instalase su fábrica de impresoras y plotters en terrenos de la Comunidad de Madrid. Y, en todas ellas, el entonces director general de Ordenación Territorial de ésta Comunidad, Eduardo Mangada, se erige en protagonista del episodio, con una actitud incomprensiblemente antagónica que, todavía hoy, es un completo enigma. Solo por supuesta fobia a las nultinacionales, no deben dejarse escapar oportunidades que contribuyen a crear empleo y fomentar riqueza. Así lo comprendió, a la perfección, Jordi Pujol, que supo motivar a los directivos de HP para que ubicasen la fábrica en terrenos de San Cugat del Vallés. Recuerdo el hecho por la evolución que está teniendo esta planta fabril. Para empezar, durante el presente año, se van a invertir 1.000 millones de pesetas en la ampliación de sus instalaciones. La plantilla, en corto período de tiempo, va a pasar de sus 250 empleados actuales, a 650. La importancia que la corporación concede a ésta fabrica -exporta a toda Europa- lo demuestra instalando en ella su I+D para el tipo de productos que la conciernen. La escalada de la facturación es impactante. Las previsiones para 1994 son de unos 40.000 millones de pesetas y, para 1995, la cifra rondará los 60.000 millones. Gran acierto el del señor Pujol.