Thomson e Indra; las cuentas no salen
Indra, la filial de Téneo en los campos de la informática y la electrónica, es y seguirá siendo manantial inagotable de noticias, tanto por su continente como por los movimientos de su contenido. Especialmente ahora, cobran fuerza las especulaciones sobre su posible privatización, acompañadas de reflexiones ante los efectos de un teórico desmembramiento. Lo que no entraba en el juego de las hipótesis era la esperpéntica salida de tono de Thomson, aireando desacuerdos contables con Indra, dentro de una banda de fluctuación que supera los 9.000 millones de pesetas de mínima y excede un poco los 12.000. Thomson no ha seguido los cánones de las buenas formas, la ética y la preceptiva elegancia en las relaciones con el Consejo de Administración, exponiéndole sus quejas y exigiéndole, razonadamente, solución a sus preocupaciones. Ha preferido, en vísperas de la Junta de Accionistas, facilitar información maximalista para fabricar un cuadro de discrepancias con la gestión de Indra, difícil de creer, complicado de asimilar, e imposible de digerir. ¿Por qué? Habrá que interpretar que las corrientes de privatización en la francesa Thomson ha exacerbado los ánimos revisionistas, y quieren sacar dinero a todo el que se deje. La presión o estudiada coacción quizás aniden en planes demenciales de cabezas excesivamente calenturientas. De otro modo, cuesta trabajo comprender cómo un acuerdo auspiciado y diseñado por Téneo y el Ministerio de Industria y Energía, redactado cuidadosamente partiendo de la auditoría practicada a Indra por KPMG Peat Marwick, leído y releído por los equipos de las partes negociadoras, corregido consensuadamente tantas veces como fue preciso, pueda ser cuestionado al cabo de un año de ser firmado, por parte de Thomson, basándose en el informe elaborado en Francia por una división financiera de Arthur Andersen, que ha plasmado en once observaciones todo un panorama en Indra de contabilidad irregular, con reglas y principios heterodoxos. ¿Es que no leyeron bien lo que firmaban?
En la Junta de Accionistas que acaba de celebrarse, las partes implicadas han cumplido el papel que a cada una correspondía. Téneo censuró el contenido del insólito informe traído desde Francia por Thomson; ésta se abstuvo en la votación de las cuentas de Indra, y, la directamente afectada, expuso resultados del agrado de la mayoría; mientras, Arthur Andersen España exculpaba a su hermana financiera, creadora del desaguisado interpretativo, aduciendo que se trataba solamente de consideraciones y no de un informe público ni una auditoría. Ahora, Thomson, después de su salida de tono, y cumplido el objetivo de intentar poner nerviosa a Indra por si ésta, amedrentada, transige más de lo previsto, hará bien en retomar la ecuanimidad y esperar beneficios. ¿O pretendía, además, alguna reacción contra el Presidente de Indra, Javier Monzón?