Terremoto en la Administración Pública

Las impopulares medidas de los populares en materia de informática, acaban de ser tomadas por el Gobierno al suprimir varias Direcciones Generales que venían siendo claves en el desarrollo de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, en la Administración del Estado. Para encontrar el quid de la filosofía de tamaño desatino, habría que sumergirse en el proceloso bebedero de las inspiraciones políticas, que alumbra a continuación esperpénticas decisiones de tinte demagógico, pero supuestamente necesarias para dibujar el panorama de inicio de austeridad que se pretende pregonar. Con esta filigrana lúdica, llegaríamos a atisbar el deseo del Partido Popular por demostrar que no rehuye sus compromisos electorales y, como inicio de la serie, presenta con orgullo la reducción de un número considerable de altos cargos de la Administración.

Con tantos años en la oposición, el PP ha dispuesto de tiempo más que suficiente para pergeñar la poda anunciada. Los cerebros del nuevo diseño de Administración, examinando caso por caso, habrán debatido en incontables ocasiones todos los pormenores de la selectiva criba. Por lo que, habiéndose impuesto rigor y otorgado parsimonia para impregnar las conclusiones de objetividad y eficacia, no se adivinan las claves para interpretar esa especie de ensañamiento con los altos niveles informáticos al tratar -algunos pensarán que malévolamente- de quitarles influencia y capacidad de debatir opiniones con autoridad, junto a las cabezas rectoras del Departamento.

En la primera lectura de la relación completa de Direcciones Generales suprimidas, es posible entresacar aquellas que, en su día, fueron subidas de rango por una actitud graciable y generosa y que, por lo tanto, son fácilmente reconducibles a su lugar adecuado. Pero otras, por imperativo de la eficacia, no deben perder parcelas de protagonismo. Y en este caso se encuentran, precisamente, las de informática. Al no existir ahora una Dirección General coordinadora de varias Subdirecciones, a cual más importante, informáticamente hablando -el Subsecretario de los Departamentos afectados, por mucho entusiasmo que ponga, es incapaz de desempeñar con sapiencia y criterios de rentabilidad esa función- se habrán creado de facto varios reinos de taifas que, según la relación personal de quienes los gobiernen, se convertirán en celosos administradores de su circunscripción de poder, o en implacables competidores profesionales. Cada uno podrá contratar a su libre albedrío de acuerdo, incluso, con estimaciones subjetivas de conveniencia, defendiendo los principios que le plazcan y focalizando los parámetros que le interese resaltar. Y, ¿quién está capacitado para llevarle la contraria? Se habrá perdido el efecto sinergia y la correspondiente rentabilidad.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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