Tentaciones
Sin embargo, la tangible y dañina crisis que nos sacude no debe servir de justificación para que, invocando la necesidad de sanear economías y buscar la productividad a cualquier coste, se tomen decisiones abusivas en el seno de las compañías. Conviene ser prudentes, y reflexionar, ante las tentaciones. Tentaciones de los proveedores –para propiciar la consecución de contratos– de presentar ofertas escandalosamente bajas que, al poder ser catalogadas de temerarias por parte de los clientes, se les aporte a éstos una retahíla de explicaciones aparentemente convincentes que podrían resumirse en un oportuno alarde de generosidad, difícil de volver a repetirse. Los clientes experimentados son recelosos con las llamativas bajadas de precios de los proveedores, aunque estén padeciendo recortes presupuestarios. Los menos expertos pueden claudicar y sufrirán las consecuencias. Tentaciones del cliente, también, de aprovecharse de las acuciantes necesidades de facturación que tienen los proveedores, tratando de imponerles leoninas exigencias que podrían afectar, incluso, seriamente a las renegociaciones. Asimismo, dependiendo de la reforma laboral que trate de aplicar el Gobierno, en el colectivo de proveedores puede emerger la tentación de reajustar plantillas, si las indemnizaciones por despidos improcedentes bajan considerablemente. Las tentaciones son libres.