Teletrabajo: nuevas formas de producir

La reestructuración de la Sociedad

Detrás del concepto de teletrabajo hay muchos tópicos. Una vez superados éstos quedan por analizar los más profundos: toda la reestructuración de una sociedad, que cambiará la forma en que nos transportamos, hacemos negocios, disfrutamos del ocio, y ganamos el pan de cada día.

Cuando se habla de teletrabajo -situación en la que el trabajador no se traslada, sino que la que viaja es la información- hay que superar ciertos malentendidos. Por ejemplo, teletrabajar no significará trabajar desde una playa tomando el sol. Tampoco la desaparición de jefes. Aunque físicamente desaparece la figura de un supervisor, existen proyectos y la responsabilidad es incluso mayor, y si realmente no hay jefe, el propio teletrabajador lo es de sí mismo. Tampoco es cierta la afirmación de que esta nueva forma de trabajar fomente el empleo negro, éste ya existe por sí solo, y no es un problema provocado por las tecnologías de información. En todo caso, y como apuntan desde alguno de los foros para el fomento de estas iniciativas, el teletrabajo ayudará a tomar medidas en contra de estas situaciones y se incorporarán nuevas formas de sindicalismo. Otra de las aseveraciones frecuentes, es la que equipara teletrabajo con reducción de empleo, que tampoco resulta necesariamente cierta, porque si bien es cierto que desaparecen ciertos puestos, las tecnologías de la información crean otros.

El teletrabajo surge ante todo por las posibilidades que brinda la tecnología de economizar costes y por una crisis económica fuerte que fuerza a las empresas a buscar nuevas vías de productividad. El objetivo es ser más rentable con los mismos recursos. En 1994 el Libro Blanco de Delors ya apuntaba que para combatir el desempleo e incrementar la productividad la apuesta estaba en la Sociedad de Información, en la que las telecomunicaciones ofrecerían al mercado laboral la flexibilidad necesaria para salir de la recesión económica.

El teletrabajo supone romper con el tradicional trinomio trabajador-oficina-horario, y como todo cambio presenta unas dificultades intrínsecas. De entrada hay que superar un rechazo inicial, principalmente el miedo que produce Aperder la silla, el sitio en la oficina@. Aparte, y desde el plano empresarial hay que sumar otras dificultades para la difusión del teletrabajo. En primer lugar, la falta de conocimiento del tema y las dificultades de gestión y supervisión de los trabajos realizados. El coste de las inversiones que exije en informática y telecomunicaciones, es otro de los puntos que frena a los empresarios.

Pero ante los recelos que provoca esta nueva alternativa para el trabajo está la evidencia. El teletrabajo supone para el empresario: incrementar la productividad del empleado hasta un 20%, ya que el trabajador disminuye las interrupciones, y cuenta con una mejor concentración y motivación; la empresa consigue un ahorro de costes fijos (mayor espacio corporativo y ahorro por metros cuadrados y mobiliario). En algunas empresas europeas, al introducir un plan de teletrabajo y eliminarse los costes fijos del alquiler de oficinas se ha conseguido reducir su número, aumentando la satisfacción del empleado; y una mayor aproximación entre clientes y proveedores. A su vez, el trabajador: gana el tiempo de los traslados, goza de una mayor flexibilidad y responsabilidad, puede diseñar su propio horario laboral según sus intereses y elimina cualquier tipo de discriminación, ya sea por minusvalía, sexo, raza, religión. Por otra parte, la sociedad, reduce los niveles de tráfico y contaminación, puede apostar por la recuperación de zonas marginales, se incorporan colectivos especiales y hay una mayor disponibilidad del suelo urbano.

Pero no todo es color de rosa. Y como a la hora de hacer negocios es siempre necesario hacer un balance entre lo que se gana y lo que se pierde, es importante evaluar los problemas que una empresa se va a encontrar si apuesta por el teletrabajo. En primer lugar, sepa que si opta por el teletrabajo tendrá que renunciar en cierto grado a la cultura de empresa, se encontrará con problemas de control y dirección, solucionar el periodo de transición de un modelo a otro (muchos puestos intermedios y de supervisión desaparecen) y ser capaz de motivar a sus teletrabajadores.

En España todos quieren teletrabajar

A pesar de estos pros y contras, la implantación progresiva del teletrabajo implica un análisis del fenómeno detenido. Según un informe elaborado por TELNET sobre la situación del teletrabajo en Europa, en 1994 había 1,1 millón de teletrabajadores en los cinco países más grandes de la Unión Europea, y al extrapolar esa cifra al resto de los países de la Unión, la cifra se eleva a 1,25 millones de personas. Según ese mismo estudio, en los próximos años un 19 por ciento de la mano de obra podría ser teletrabajadora, es decir, 26 millones de teletrabajadores. El objetivo de la Comisión Europea es que haya 10 millones de puestos de teletrabajo para el año 2.000.

Y según este mismo estudio, entre un tercio y la mitad de la mano de obra en los países europeos estaría dispuesta a teletrabajar. El nivel más alto se da en Francia y en España, con un grado de aceptación cercano al 55%. Unas cifras sorprendentemente altas, incluso en los países menos dispuestos a esta opción y quizás explicables por las altas expectativas abiertas ante esta forma de trabajo.

De forma paralela, y unido a la necesidad de crear empleo y desarrollar y fomentar el autoempleo, y cada vez mayor tendencia al outsourcing (subcontratación de personal externo a una empresa) surgen estudios, foros y múltiples asociaciones que tratan de dar respuesta a la cantidad de interrogantes y cambios que provoca el teletrabajo. Así, recientemente, Comisiones Obreras publicaba un libro que bajo el título ATeletrabajo, de lo inevitable a la oportunidad@ plantea los pros y contras de esta modalidad y analiza aspectos como la legislación, la infraestructura necesaria, los sistemas de formación continua, y otros aspectos. Como conclusión, se destaca el fenómeno del teletrabajo como una realidad imparable y como forma alterativa de trabajo, en el que una vez más la tecnología ha ido por delante de la sociedad: Alo realmente importante es conocerlo y saber ajustarnos a la revolución que viene, ya que de lo contrario dejamos de ser productivos@.

Una revolución que según los teóricos del teletrabajo es comparable a las transformaciones que vivió Europa con la revolución industrial. Entre esos cambios, se señala en el libro mencionado, está el de la globalización de las economías apoyadas en las nuevas tecnologías que permiten un tejido empresarial en el que las grandes empresas son más flexibles, y las pequeñas más internacionales. Y esto a su vez, será también aplicable al individuo.

Perfil tipo

Una cuestión que surge frecuentemente es si cualquier persona sirve para teletrabajar. )Qué requisitos son indispensables para mandar a un trabajador a su casa? )Cómo garantizar que va a incrementar su productividad y no al revés? Según la European Telework Development, la personalidad del empleado es un factor, pero no determinante para el éxito de éste como teletrabajador. Los estudios de esta entidad apuntan cuatro aspectos a considerar en las políticas y programas de teletrabajo.

En primer lugar, el trabajo a realizar y si es posible realizarlo a distancia es un condicionante básico para el éxito o fracaso del teletrabajo. Esta forma de trabajar es posible para casi cualquier tipo de negocio que funcione sobre proyectos. La pregunta es: )el teletrabajo mejorará la forma en que se están realizando los distintos proyectos? Otro de los aspectos a estudiar en la implementación de esta forma de trabajo es la organización y su contexto, ya que el teletrabajo no tendrá éxito, por ejemplo, en una empresa en la que no se cuente con un buen sistema de correo electrón

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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