Sumio Iijima, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica
"Los nanotubos de carbono ayudarán a los fabricantes a desarrollar dispositivos más baratos y eficientes"
Cinco días antes de recoger el premio en Oviedo, ComputerWorld tuvo la oportunidad de hablar con el profesor sobre las aplicaciones que este descubrimiento tendrá en nuestras vidas. Algunas de estas aplicaciones las podemos encontrar en el campo de medicina, en la administración de fármacos. “Simplemente insertando moléculas de un medicamento en uno de estos materiales para después administrarlo de forma lenta y precisa en el paciente, mejoraría el tratamiento del mismo”, apunta el profesor. Otra de las aplicaciones podría llegar al mercado de los monitores, lo que permitiría ahorrar su consumo entre 10 y 20 veces; o a las baterías de alimentación de los portátiles. Pero, lo que, según Iijima, veremos en unos cinco años es “el uso de nanotubos de carbono como base para la creación de transistores impresos en láminas de plástico flexibles y delgadas”. Según diversas investigaciones, algunos ejemplos de esta aplicación se encuentran en el papel electrónico, las etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID) para realizar seguimientos de bienes y personas, o las denominadas “pieles inteligentes”, materiales y recubrimientos que gracias a una serie de circuitos electrónicos pueden indicar cambios en la temperatura o la presión en aviones u otros aparatos.
Sostenibilidad
Uno de los principales beneficios que los nanotubos de carbono traerán a las sociedades de todo el planeta es su capacidad para conseguir una mayor eficiencia energética y la protección del medio ambiente. Así, descubrimientos científicos como éste tiene una especial importancia en la lucha contra la pobreza, como la potabilización de agua de forma barata en las áreas más deprimidas del planeta. En esta lucha hay que destacar también la posibilidad de que en estas áreas geográficas se utilicen fuentes luminosas de bajo coste y reducido consumo energético. Una de ellas se refleja en el campo de las energías renovables, ya que está más que demostrado que los nanotubos de carbono pueden ser los materiales perfectos para el almacenamiento seguro del hidrógeno, uno de los combustibles del futuro. “Las industrias actuales están llegando a un límite, y particularmente los fabricantes de electrónica. Gracias a los nanotubos de carbono, se pueden desarrollar dispositivos más pequeños, más baratos y mucho más respetuosos con el medio ambiente”, ya que son muy buenos conductores y apenas generan calor.
Un ascensor al espacio
Los nanotubos de carbono son la primera sustancia conocida por la humanidad capaz de sustentar indefinidamente su propio peso, una condición indispensable, por ejemplo, para la construcción de un ascensor espacial, proyecto que, desde el descubrimiento de estos materiales, ha tenido un eco importante en toda la comunidad científica. “Hablamos, por supuesto, de ciencia ficción, aunque ha tenido un alto impacto entre científicos y el resto de personas alrededor de todo el mundo”, comenta Iijima. Aun así, “existen otras aplicaciones, como las médicas o las energéticas, que son mucho más cercanas”.
Los nanotubos en la vida cotidiana
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Aparte de las aplicaciones para la medicina, la industria electrónica o las energías renovables, los nanotubos de carbono también llegarán a la vida cotidiana de las personas. En este sentido, los ingenieros del grupo de desarrollo tecnológico de Fraunhofer (TEG), en Alemania, crearon una raqueta de tenis con inserciones de este material que ofrecía cualidades excepcionales de resistencia a los golpes y de absorción de los choques. Las cañas de pescar son otros objetos que podrán verse beneficiados con estos materiales, gracias a su flexibilidad y a su poco peso.