Software de calidad, un elemento indispensable para el progreso
VIII jornadas sobre innovación y calidad del software
Ofrecer un software de calidad sigue siendo aún la asignatura pendiente en no pocos fabricantes en nuestro país. Con el objetivo de establecer un punto de encuentro entre los profesionales en esta área de desarrollo de software y los usuarios, el Grupo de Calidad del software de la ATI (Asociación de Técnicos de Informática), en colaboración con la Fundación Politécnica de Catalunya, ha organizado las VIII Jornadas sobre la Innovación y calidad del software los días 26 y 27 de junio en Barcelona.
El análisis de las nuevas tendencias, técnicas y métodos en el área de innovación y calidad del software, incluyendo experiencias reales, fueron el eje de estas jornadas que, como apunta Luis Fernández Sanz, coordinador del Grupo de Calidad del Software de ATI, “se trata de un evento donde profesionales, especialistas, y personas del entorno económico hablan sobre temas relacionados con el software y la calidad del mismo, ya que, aunque existen problemas en este ámbito, también hay especialistas que pueden aportar soluciones”.
En los dos días en los que transcurrieron las jornadas, clientes y fabricantes abordaron desde diferentes perspectivas la necesidad de desarrollar soluciones de calidad, cuyos aspectos técnicos juegan un papel destacado. Para Pere-Lluís Barberà, presidente de ATI-Cataluña, “uno de los principales factores de calidad de un software es la satisfacción que ha conseguido el cliente, además de una serie de requisitos técnicos de gran importancia”. Para Pere Botella, director del Master de Ingeniería de Software de la UPC “la calidad es una combinación de atributos como eficiencia, robustez y seguridad, entre otros muchos. El problema es cómo conjugar todo eso”.
No obstante, lo que sí quedó evidenciado es la existencia de un descontento general entre los usuarios, ya que, según Barberà, “la informática se mueve muy deprisa y provoca que las empresas no lleguen donde quieren con las garantías necesarias, en primer lugar, en el ámbito de la formación, donde es necesario que se reciclen los profesionales y que evolucionen con la informática”. En este sentido, Pere Botella, apuntó que “desde la universidad, nuestra apuesta por la calidad es formar a los profesionales. Sin embargo, existe la problemática de que no hay una cultura de la calidad implantada en las empresas. Si en España se hace software de calidad, muchas veces, es fruto de la casualidad”.
Calidad asegurada
Por otro lado, Pere-Lluís Barberà señaló la necesidad de que los usuarios dispongan de unos sistemas que les aseguren la calidad de los productos que adquieren y que cumplan con los requisitos solicitados. Al hilo de esta reflexión, Barberà se refirió a la escasa información de la que disponen los contratantes a la hora de exigir a los fabricantes una garantía de calidad de la solución que han adquirido, “si bien, el ISO 9000 es un estándar de calidad que suelen incorporar las empresas y que supone un importante indicador para los consumidores”.
En la misma línea, Pere Botella mencionó la falta de certificados para que los clientes tengan constancia de que el despliegue de aplicaciones que van a realizar es correcto. La calidad viene también dada por la subcontratación, ya que hay más garantías de que la persona que contrata exija un certificado de calidad que si se lleva a cabo desde la propia empresa. Esto también está derivando en una reducción del personal propio y en un crecimiento del personal para auditorías”.
Asimismo, y dado el acuciante proceso de concentración que está experimentando el mercado del software, Barberà hizo hincapié en que estos movimientos en el mercado no deberían afectar a la calidad del software, si bien, “siempre hay una empresa que dispone de productos con mayor calidad, que acaba impregnando a la que no tiene tanta”. Aseguró que “la solución está en hacer las cosas bien para desarrollar buen software y realizar controles sistemáticos, no cuando el producto ya esté finalizado. Sin embargo, también es importante que esta cultura esté apoyada desde la dirección”.
El análisis de las nuevas tendencias, técnicas y métodos en el área de innovación y calidad del software, incluyendo experiencias reales, fueron el eje de estas jornadas que, como apunta Luis Fernández Sanz, coordinador del Grupo de Calidad del Software de ATI, “se trata de un evento donde profesionales, especialistas, y personas del entorno económico hablan sobre temas relacionados con el software y la calidad del mismo, ya que, aunque existen problemas en este ámbito, también hay especialistas que pueden aportar soluciones”.
En los dos días en los que transcurrieron las jornadas, clientes y fabricantes abordaron desde diferentes perspectivas la necesidad de desarrollar soluciones de calidad, cuyos aspectos técnicos juegan un papel destacado. Para Pere-Lluís Barberà, presidente de ATI-Cataluña, “uno de los principales factores de calidad de un software es la satisfacción que ha conseguido el cliente, además de una serie de requisitos técnicos de gran importancia”. Para Pere Botella, director del Master de Ingeniería de Software de la UPC “la calidad es una combinación de atributos como eficiencia, robustez y seguridad, entre otros muchos. El problema es cómo conjugar todo eso”.
No obstante, lo que sí quedó evidenciado es la existencia de un descontento general entre los usuarios, ya que, según Barberà, “la informática se mueve muy deprisa y provoca que las empresas no lleguen donde quieren con las garantías necesarias, en primer lugar, en el ámbito de la formación, donde es necesario que se reciclen los profesionales y que evolucionen con la informática”. En este sentido, Pere Botella, apuntó que “desde la universidad, nuestra apuesta por la calidad es formar a los profesionales. Sin embargo, existe la problemática de que no hay una cultura de la calidad implantada en las empresas. Si en España se hace software de calidad, muchas veces, es fruto de la casualidad”.
Calidad asegurada
Por otro lado, Pere-Lluís Barberà señaló la necesidad de que los usuarios dispongan de unos sistemas que les aseguren la calidad de los productos que adquieren y que cumplan con los requisitos solicitados. Al hilo de esta reflexión, Barberà se refirió a la escasa información de la que disponen los contratantes a la hora de exigir a los fabricantes una garantía de calidad de la solución que han adquirido, “si bien, el ISO 9000 es un estándar de calidad que suelen incorporar las empresas y que supone un importante indicador para los consumidores”.
En la misma línea, Pere Botella mencionó la falta de certificados para que los clientes tengan constancia de que el despliegue de aplicaciones que van a realizar es correcto. La calidad viene también dada por la subcontratación, ya que hay más garantías de que la persona que contrata exija un certificado de calidad que si se lleva a cabo desde la propia empresa. Esto también está derivando en una reducción del personal propio y en un crecimiento del personal para auditorías”.
Asimismo, y dado el acuciante proceso de concentración que está experimentando el mercado del software, Barberà hizo hincapié en que estos movimientos en el mercado no deberían afectar a la calidad del software, si bien, “siempre hay una empresa que dispone de productos con mayor calidad, que acaba impregnando a la que no tiene tanta”. Aseguró que “la solución está en hacer las cosas bien para desarrollar buen software y realizar controles sistemáticos, no cuando el producto ya esté finalizado. Sin embargo, también es importante que esta cultura esté apoyada desde la dirección”.
