Sobre TIC y compromiso

Lo dijo Pedro Riera, socio de la consultora Seeliger & Conde, en una Mesa Redonda organizada al hilo de la VII Conferencia ComputerWorld: “Este sector está enfermo”. Lo refrendó Emilio Duró, socio fundador de Iter, en una ponencia en la mencionada Conferencia: “Estáis todos locos”. Y sólo hay que mirar alrededor para evidenciar que, tanto uno como otro, están en lo cierto. El tremendo ritmo del sector de las Tecnologías de la Información, la insoportable velocidad de cambio y la tremenda exigencia de resultados de las multinacionales que dominan este mercado ha generado un colectivo de profesionales exhaustos que dedica cada día más de doce horas de su vida a cumplir los imposibles objetivos fijados en unos presupuestos más cercanos a la fantasía que a la realidad de un mercado que entra en su fase de madurez.
Sólo hay que mirar alrededor para contemplar la implacable voracidad de las compañías del sector cuando el cierre del trimestre no se corresponde con las previsiones dictadas desde la sede central: despidos, cierre de oficinas, y a otra cosa. El profesional, como línea del balance, como pieza de recambio de un engranaje creado para generar beneficios.
En un momento en el que empieza a debatirse cuál debería ser el comportamiento ético de las empresas, y el papel de éstas como generadoras de bienestar social y como colaboradoras en el desarrollo global de la sociedad, la búsqueda desesperada del beneficio a corto plazo se adivina como un arma de doble filo que puede volverse en contra de las compañías más despiadadas. No en vano, a la hora de incorporarse a una compañía los profesionales del sector empiezan a valorar aspectos que van más allá de la simple retribución económica. En este sentido, la capacidad de compromiso de las empresas con sus empleados empieza a ser uno de los criterios más valorados.