Silicon Spain

La reciente visita de Jordi Pujol, Presidente de la Generalitat de Catalunya, al Silicon Valley californiano (ver ComputerWorld de la semana pasada) es un buen punto de partida para analizar el éxito del modelo representado por el Silicon Valley. El viaje de Pujol pretendía, por un lado, “vender” Cataluña como posible sede europea de las compañías norteamericanas con interés por lanzar su actividad en el Viejo Continente. Pero, por otro, el viaje presidencial buscaba conocer de cerca el Silicon Valley y estudiar la forma de trasladar esta experiencia de éxito a Cataluña. No parece que se trate de una tarea fácil. Gran parte del éxito del paradigma Silicon Valley se concreta en la existencia de un entorno que facilita extraordinariamente la creación de empresas y la obtención de financiación privada a través de compañías de capital riesgo. Además de un marco legal adecuado, la clave del éxito de este tipo de iniciativas parece radicar en la capacidad de las nuevas empresas a la hora de involucrar a la iniciativa privada.
La situación en España, no sólo en Cataluña, es radicalmente distinta. Los emprendedores raramente encuentran fondos con los que financiar sus proyectos. La financiación pública de empresas tecnológicas de nueva creación, fomentada tanto desde la Administración Central como desde las Administraciones Autonómicas, se ha convertido en un recurso útil, pero no es la solución. Sólo a través del desarrollo de una estructura básica de empresas de capital riesgo puede garantizarse la viabilidad de los proyectos de emprendedores tecnológicos. Pero para conseguir este colectivo inversor es preciso cambiar la mentalidad de los empresarios españoles e inyectar la capacidad de asumir riesgos como un valor fundamental de la cultura empresarial. Si no, los emprendedores seguirán dependiendo de unas ayudas públicas desvinculadas de la realidad del mercado.