Sema y un mar de dudas
Durante los últimos meses, Sema Group ha protagonizado situaciones -por iniciativa propia o por circunstancias adversas en el mercado- generadoras de especulaciones respecto a sus planteamientos para el futuro inmediato, y sobre posible incidencia nada positiva de su metamorfosis orgánica en las próximas cuentas de resultados. Empezó con una estructura verticalista en Unidades Estratégicas de Negocio, donde los máximos responsables de cada una de ellas en la filial española, deben reportar a sus respectivos jefes ubicados fuera de España. La siguiente polarización de atención estuvo motivada por el duro traspiés en Bolsa, justificado desde la propia compañía por los deficientes resultados del outsourcing, la caída de la demanda de servicios de consultoría, y la mala trayectoria de la empresa de software LHS, adquirida por Sema. El último e importante hito acaparador de comentarios, ha sido el proceso informativo que ha culminado en la OPA presentada por Schlumberger.
A partir de ahora, y hasta la formalización de la compra, habrá que acostumbrarse a la escasez de noticias que concreten las líneas maestras de la operación, objetivos, y que contemplen la cascada de acciones supuestamente derivadas de nuevas estrategias. La prudencia en el suministro de información la justificarán desde el staff directivo por la conveniencia de tener perfectamente analizada la situación antes de tomar decisiones, evitando precipitaciones que pudieran dejar secuelas desorientadoras. Será inevitable, por lo tanto, que en la filial española de Sema gravite un cierto grado de incertidumbre que podría llegar, en algunos casos, a afectar a miembros de la plantilla. Y, entre la retahíla de hipótesis que se podrían plantear, cabrían las siguientes: ¿Dónde se ubicará el verdadero centro de decisión de Sema? ¿Hasta dónde llegará la capacidad de decisión del actual staff de la compañía? Los ahora directores de las Unidades Estratégicas de Negocio, ¿tendrán que reportar, a su vez, a otros directivos en los Estados Unidos? ¿Se respetará la actual organización? ¿Falta o sobra plantilla? ¿Cuánto tiempo seguirá Sema perteneciendo a Schlumberger? ¿Qué grado de autonomía tendrá la filial española? Las dudas deberían disiparse cuanto antes.