Sector Turismo

Apertura hacia un mundo sin fronteras

Durante 1997 España se situó como el tercer destino mundial con un total de 43.403.000 turistas, experimentando un crecimiento respecto al año anterior del 7,06%. El volumen de negocio del turismo español se acerca a los 6 billones de pesetas, representando un 7,04% del mercado mundial y un 10,4% del producto interior bruto.

Dentro de los proyectos de I + D, el objetivo común es crear una infraestructura tecnológica y proyectos avanzados que permitan la normalización de actividades.

El turismo se ha convertido en una de las principales industrias del mundo. No sólo por el volumen de negocio que ha alcanzado sino porque está adquiriendo una importancia capital en la economía de muchos países, en aspectos tan vitales como pueden ser el nivel de empleo, los ingresos nacionales o el equilibrio de la balanza de pagos. Concretamente en España, y durante el pasado año el sector turístico español logró situarse como tercer destino mundial con un total de 43.403.000 turistas, experimentando un crecimiento del 7,06%. En este sentido, destacar que el volumen de negocio del turismo español se acerca a los 6 billones de pesetas, lo que supone un 7,04% del mercado mundial y un 10,4% del Producto Interior Bruto (PIB). Otro aspecto que ya se está perfilando como crítico en la evolución de este sector, se centra en la globalización de la economía, a raíz de la cual se registra una tendencia del sector turismo hacia la concentración e integración horizontal y vertical. En los primeros años de la década actual el turismo se vio sensiblemente afectado por los efectos de la recesión económica a nivel internacional. Incluso, en el momento presente, sufre ciertas dificultades motivadas por la disminución del poder adquisitivo en los países tradicionalmente demandantes de servicios turísticos. Esto, unido al espectacular descenso en los precios de los vuelos de larga distancia y a la progresiva depreciación de las divisas de algunos países de alto interés turístico está dando lugar a una rápida evolución en el sector que ve la necesidad de transformarse rápidamente de una situación de “mercado regido por la demanda” a otra en la que son las empresas del sector las que, a través de su oferta, empujan al mercado hacia nuevas modalidades de turismo e incorporan nuevos canales de difusión y venta de los servicios que ofrecen. El negocio del turismo, por otra parte, constituye un entramado enormemente complejo, en el que intervienen multitud de actores. En uno de sus extremos se sitúa el elemento que se debe considerar, evidentemente, como el más importante: el cliente final, demandante y consumidor de los servicios que la industria del turismo comercializa. La amplísima variedad que esta demanda puede presentar empieza a ofrecer una idea de la creciente complejidad que caracteriza a este sector. En el otro extremo del proceso de negocio está lo que podríamos denominar “oferta bruta”: la inmensa variedad de servicios susceptibles de ser comercializados como producto turístico. Y aquí se ha de pensar no sólo en los más obvios: viajes, estancias y servicios de hostelería. A parte de todos los valores añadidos que se pueden incorporar a esos productos, existen muchos otros de carácter cultural, deportivo, docente, religioso...que han de ser tenidos en cuenta. De manera especial han de considerarse las que genéricamente se denominan actividades de recepción (atención al viajero en destino traslados al hotel o al aeropuerto), venta de excursiones, vistas programadas... que frecuentemente implican la intervención de nuevos agentes en todo el proceso del negocio turístico. Entre ambos extremos de la cadena de negocio actúan aquellos agentes cuya función es ser intermediarios eficaces entre lo que hemos denominado oferta bruta y oferta final. Tales son, básicamente, las agencias de viaje, cuya expansión numérica y cualitativa está siendo espectacular, y los mayoristas cuyo negocio consiste a grandes rasgos en preparar combinaciones atractivas de viajes y estancias, describirlas en un folleto con información relativa a precios, fechas, periodos, características y ofrecerlas a las agencias, quienes a su vez las ofrecen a aquellos de sus clientes interesados en las mismas. Entre todos estos agentes mencionados de forma genérica, algunos merecen consideración especial. Tales son las empresas que ofrecen servicios de transporte (compañías aéreas, navieras, ferrocarriles, autobuses, alquiler de coches), las grandes cadenas hoteleras y, en un grado cada vez mayor, las autoridades responsables de la actividad turística, desde el momento en que han tomado conciencia de la importancia que la industria turística representa para la colectividad a la que administran, ya sea una ciudad, una región o un país. Su intervención, que durante años se redujo a campañas de promoción turística, hoy se materializa además en patrocinar, promover e incluso financiar, al menos en parte, sistemas informáticos destinados a apoyar el turismo. Vista incluso así. de forma somera, la complejidad que presenta el negocio del turismo no resulta difícil imaginar la inapreciable aportación que los sistemas de TI pueden ofrecer al sector turístico en todas las fases del proceso del negocio. La primera gran aportación que con carácter específico, realizaron las Tecnologías de la Información al mundo del turismo fueron los sistemas de reservas. Estos empezaron a ser desarrollados por las más importantes compañías aéreas a comienzos de los años 70, y tras ir siendo implantados gradualmente por ferrocarriles, hoteles...hoy sería difícil encontrar ni siquiera una pequeña empresa de transporte de viajeros que no disponga de un sistema informatizado de reserva de asientos y venta de billetes, por muy elemental y sencillo que sea. Gracias a la incorporación masiva de las comunicaciones a los sistemas informáticos, los grandes sistemas de reservas adquirieron rápidamente ámbito mundial y, a finales de los 80, acabaron evolucionando hacia lo que se conoce como Sistemas Mundiales de Distribución. Un Sistema Mundial de Distribución (SMD) o General Distribution (GDS) puede definirse como un sistema informático que permite la visualización de la oferta turística a escala internacional y que es capaz de ejecutar tanto la reserva como la emisión de billetes y de “vouchers” o bonos de alojamiento. En la actualidad existen media docena de grandes sistemas mundiales de distribución, entre los que sobresalen los siguientes: Amadeus, cuyo accionariado se reparte entre Lufthansa, Iberia y Air France; Sabre, propiedad de American Airlines; y Galileo International, integrado por los transportistas americanos (United Airlines, US Air y Air Canada) y operadores europeos (British Airways, KLM, Alitalia, TAP, Olympic...). Todos están conectados entre sí por redes propias, por ejemplo AmaNet de Amadeus y una red específica conocida como red SITA. Amadeus, cuya actividad se centra en Europa, utiliza en cada país una sociedad de comercialización, que, por ejemplo, en España es SAVIA. Esta situación dista mucho de ser estable, debido a los frecuentes movimientos estratégicos de fusiones y alianzas que están teniendo lugar entre las grandes compañías de transporte. A modo de ejemplo, es difícil prever cuáles serían las consecuencias de una alianza, por otra parte muy probable, entre Iberia (accionista de Amadeus en un 33%) y British Airways (accionista de Galileo International). A pesar del dominio del mercado que ejercen estos grandes SMDs, han surgido sistemas de reservas de ámbito nacional e incluso regional o autonómico, muchos de ellos promovidos por las administraciones locales. En España, al menos la mitad de los gobiernos autonómicos han promovido o realizado centrales de reservas turísticas que no sólo dan cabida al producto tradicional (hoteles), sino que incorporan la oferta de actividades de ocio y cultura.

Y algunas de ellas, como por ejemplo la promovida por la Xunta de Galicia, inc

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

ny2 ACTUALIDAD

ny2 Sociedad de la información

Día de la Movilidad y el BYOD Coffee Break