Revisión de tarifas.
Dice el refrán que en Abril...aguas mil. Su origen puede estar relacionado con la lluvia, cuando llovía en toda España. Ahora no; ahora se refiere al chaparrón que tenemos que soportar los usuarios de los servicios telefónicos por esas fechas, con motivo de la revisión de las tarifas. Y aunque en lo meses anteriores es cuando tiene lugar la negociación entre Telefónica y la Administración, el tema no trasciende a la opinión pública hasta que se anuncia el porcentaje autorizado de incremento de los ingresos globales de la compañía operadora. Entonces es cuando todo el mundo habla de las tarifas.
Este año las cosas son distintas y los problemas empiezan mucho antes. Para empezar, el consejo de las Comunidades Europeas aprobó el pasado 1 de Diciembre una resolución breve, algo plañidera, sobre los criterios que deben regir en la revisión de las tarifas para solucionar uno de los cuellos de botella detectados en la revisión de 1992. En ella hace un llamamiento a las Organizaciones de Telecomunicaciones, a la Comisión y a los Estados miembros para que se introduzcan en las tarifas una mayor orientación por los costos, en particular en los servicios intracomunitarios de telecomunicaciones y en las líneas alquiladas, pidiendo además un esfuerzo para que disminuyan las tasas de reparto correspondientes al tráfico intracomunitario.
Además, en estos servicios de nuestro continente, el país con tarifas más altas es España, por lo que su revisión será analizada con el máximo interés tanto por las autoridades comunitarias como por las Telefónicas de los otros países.
Y de las líneas alquiladas basta recordar que son el soporte de los servicios de valor añadido; son su materia prima. De su nivel de tarifas depende que se desarrolle la competencia, entre otras cosas. Por todo ello resultará muy difícil aceptar modificaciones que no respondan a los principios señalados por el Consejo. Una solución que satisfaga a todos será difícil.