Reestructuración en Eritel
El Plan de Reestructuración de Eritel contempla un reajuste de plantilla que afecta a 197 empleados, y deberá quedar finalizado el próximo día 31 del presente mes de marzo. La negociación entre las partes, Dirección y Comités de Empresa, se está llevando a cabo en base a un documento de 53 folios en el que se explica, con todo lujo de detalles, la situación de la entidad, los previsibles resultados al finalizar el ejercicio económico de 1994 en el supuesto de no tomarse ninguna medida correctora, y las consecuencias positivas, debidamente cuantificadas, si se aprueba la reducción de empleos en el número ya conocido. La cifra parece de rebajas, como si, intencionadamente, se hubiera tratado de soslayar la más sonora de 200 por su mayor impacto. Pero una vez lanzada, después del estudio pormenorizado tratando de justificarla, está sirviendo de caballo de batalla en la mesa de negociación.
Para interpretar adecuadamente las negociaciones en las que se encuentran inmersas dos posturas -la mayoría de las veces discrepantes en el enfoque de los problemas- la de la dirección y la de los trabajadores, es imprescindible analizar la evolución de la empresa desde el inicio de integración de Entel y Eria. El resultado demuestra que en Eritel no se han producido las reducciones de plantilla estimadas como necesarias, para situar la empresa en línea con los modelos de competitividad impuestos por la crisis económica. Obviar la evidencia de las exigencias que imponen las nuevas reglas del juego para competir, predispondría a estar abocados a un nuevo ejercicio económico dominado por los números rojos. Lo cual, aparte de representar un duro revés, podría marcar el inicio de una esperpéntica hecatombe, al no querer ser testigos de la realidad y no saber reaccionar a tiempo.
El grupo Indra ya ha demostrado en otras áreas de negocio que no se anda con pamplinas ni le tiembla el pulso cuando trata de aplicar drásticas medidas consideradas como insoslayables, por extremadamente impopulares que parezcan, o por notoria y ruidosa que se manifieste la reacción de los trabajadores. Cuando la finalidad perseguida es hacer rentable la empresa, y se cargan de razones quienes defienden su supervivencia, distorsionar los hechos es un desafió estéril para la imaginación, por mucho entusiasmo que se ponga en el empeño. Es comprensible la delicada misión de los representantes de los trabajadores teniendo que buscar argumentos lúcidos, veraces y consistentes para rebatir con probabilidades de éxito las decisiones de la Dirección, puesto que no se trata de mostrarse obsesionados y empecinadamente en contra para salvar la cara ante los que les eligieron. En estas circunstancias, por muy documentados que estén los razonamientos de la empresa para prescindir de 197 de sus empleados, los sindicatos tienen la obligación de forzar una negociación que, si no dura porque carecen de ideas posibilistas contundentes, al menos intenten que parezca compleja su dilación.Para que Eritel consiga una proyección en el mercado acorde con su estructura, la plantilla debe de estar dimensionada, en número y cualificación, de manera que pueda responder a la demanda con tarifas competitivas. Con esta pretensión se ha propuesto el reajuste que comentamos, del que nadie tendría que sorprenderse si, objetivamente, observa las causas que lo hacen aconsejable. Las reducciones de plantilla, ¿no son la marca indeleble que caracteriza la pauta a seguir para combatir la crisis? Los ejemplos en nuestro sector, además de elocuentes, han sido ya demasiado numerosos.
Ahora, Eritel brega con la necesidad de recuperar el tiempo perdido.