Razones por las que evitar la migración a Windows 8
Ante el inminente fin del soporte para Windows XP y el próximo lanzamiento de Windows 8, muchas organizaciones están planteándose la migración a las nuevas versiones del popular sistema operativo de Microsoft. Pero algunas de ellas lo harán de una forma especial: se saltarán dos ediciones de Windows y adoptarán directamente la distribución que saldrá oficialmente a la venta en 2012. Desde ComputerWorld, y con el asesoramiento de especialistas en la materia, tratamos de desentrañar los motivos por lo que las empresas no deberían llevar a cabo esta migración.
En primer lugar, los CIO deben tener en cuenta la nueva ola de dispositivos que saldrán a la venta compatibles con Windows 8, con nuevas experiencias y posibilidades para el usuario, como tablets y smartphones. Por ello, y dado que el cambio de paradigma es mayor que en otras ocasiones, el riesgo también se incrementa hasta que se perfeccione la aplicación táctil de Windows.
Asimismo, toda esta nueva generación de hardware vendrá acompañada de nuevos controladores y el quebradero de cabeza que ello conlleva para el director de Información. Con el entorno táctil y una nueva raza de periféricos inalámbricos que seguramente acompañará a estos nuevos dispositivos, los controladores de administración e implementación serán aspectos críticos. Se trata de un potencial desafío no sólo a la productividad de los trabajadores, sino también a la demanda de asistencia que será necesaria para configurar los equipos.
Brecha temporal
Por otro lado, existirá una gran brecha en el tiempo entre la liberación para la venta de Windows 8 y el software desarrollado específicamente para las nuevas capacidades del sistema operativo. Hay todo un mundo nuevo para los desarrolladores con la aparición de Metro, incluso las aplicaciones ya existentes deberán madurar para adaptarse a la nueva interfaz.
Una nueva interfaz que exigirá de nuevo la aceptación y capacitación del usuario. El proceso de migración no se limita a cambiar el sistema, instalar controladores o aplicaciones, sino que implica también a personas, usuarios que utilizarán el equipo a diario. Estas personas necesitarán un aprendizaje completamente nuevo, puesto que no hay ni tan siquiera un menú de inicio como hasta ahora existía, con lo que muchos empleados no sabrán como apagar el sistema. Son pequeños detalles pero que pueden suponer un gran hándicap en el proceso real.
El CIO también deberá tener en cuenta el fenómeno de la consumerización. Y es que los nuevos dispositivos equipados con Windows 8 se comportarán más como productos de consumo que corporativos, por lo que gran parte del éxito del sistema operativo dependerá del éxito a nivel de usuario que logre la nueva versión. La parte positiva es que ya es un dispositivo de Windows, mucho más manejable por los CIO que los dispositivos no basados en Windows, como el iPad o Android.
Migraciones
Existen versiones antiguas de Windows que deberán revisar la base del código completo (como Windows 95 y Windows Vista) mientras que hay versiones que extienden un núcleo código base existente (Windows XP y Windows 7). Técnicamente, Windows 8 es una versión de graduación, por lo que la mayoría de organizaciones esperarán al menos al primer Service Pack para migrar el sistema.
De nuevo migración. Si este proceso se volvió increíblemente largo para llegar a Windows 7, ¿cuánta paciencia tendrán las empresas para volver a emprender un proceso de este tipo? ¿En qué proyectos están trabajando y se postergarán si mueve a Windows 8? ¿Las empresas podrán ver un ROI con otra migración tan pronto? La mayoría de las organizaciones sufren de "fatiga de migración", según varios estudios, y carecen de la voluntad política para emprender de nuevo todo el camino.
Lo desconocido
Lo desconocido es el octavo y último motivo para no emprender de forma directa la migración a Windows 8. Puede sonar ridículo, pero nadie sabe con certeza qué ocurrirá cuando el nuevo sistema operativo salga a la luz de forma oficial. Con la actual versión, beta, el CIO sólo puede hacerse una idea muy temprana de cómo será el ecosistema pero no de cómo reaccionarán los fabricantes de hardware ni los proveedores de software. Resulta más cauto esperar a ver que ocurre y mientras, mantener las versiones actuales de XP o comprobar si sale rentable el paso intermedio a Windows 7 antes de introducirse firmemente en Windows 8.