Príncipe Google

A priori la concesión del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades a una iniciativa relacionada con la tecnología debería ser algo que hiciera sentirse orgulloso al sector TIC en general. Pero no. No entiendo la elección del jurado del Príncipe de Asturias a Google y no lo entiendo por varias razones. La primera y fundamental se refiere a las bases del Premio, según las cuales “el premio se otorga a una persona, grupo de personas o institución”. Y Google, que yo sepa y hasta la fecha, no es sólo una empresita modesta. Es una de las mayores multinacionales con una cotización en Bolsa que ya quisieran muchos de los denominados “imperios” empresariales y con una cifra de beneficios realmente mareante. Google es una gran empresa. De esto no hay duda, y como tal sus objetivos, obviamente, son económicos y no sociales, lo que no es contrario a que sea capaz de hacer un gran negocio de “lo social”. Otro factor a tener en cuenta y que ha servido al jurado para otorgarle esta gran distinción es el de Google como hacedor de una gran revolución cultural. Sí, Google es el abanderado de esa gran “revolución cultural”, al que poco o nada le ha importado el ultraje de los derechos humanos en China ni tampoco colaborar con las altísima censura existente en el país asiático, ya que el objetivo de cualquier empresa –de todas no– es exprimir la línea de los beneficios al máximo sin importarle nada más, y mucho menos la situación de los millones de los habitantes de un país como China. Por todo esto, creo que Google debería ser reconocido no con el Príncipe de Asturias, sino con el Príncipe de Maquiavelo.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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