Ordenadores menguantes.
Durante 30 años, los fabricantes de ordenadores y periféricos han empaquetado más y más potencia en espacios más y más reducidos. Mucha gente asume que hemos llegado muy lejos en este proceso, pero lo cierto es que todavía pueden alcanzarse mayores cuotas de miniaturización. Ralph Merkle, un investigador del Palo Alto Research Center de Xerox, afirma que el superordenador del siglo XXI tendrá el tamaño de un terrón de azúcar, y ejecutará más instrucciones por segundo que los superordenadores de Cray.
Esto significa que los centros de proceso de datos que albergan mainframes refrigerados por agua y subsistemas de discos con gigantescos equipos de ventilación, se reducirán en la misma proporción, ocupando poco más de lo que ocupa una jaula de pájaros.
Los dispositivos reducidos requerirán menos energía eléctrica, y es muy posible que en el año 2000 la pieza mayor del PC sea el interface de usuario final, ya sea teclado, pen o micrófono.
El ordenador en un chip, popularizado por el Intel 8088 hace diez años, estaba fabricado utilizando una tecnología de tres micras (una micra es la milésima parte de un milímetro). El diseño del Pentium, el último procesador de Intel, se ha realizado utilizando tecnología de 0,8 micras. El Power PC es un diseño de 0,65 micras y Siemens-Nixdorf e IBM han presentado recientemente una memoria DRAM de 64 Mbit fabricada con tecnología de 0,35 micras.
Todo el mundo sabe que existe un límite físico a lo lejos que se puede llegar en este proceso de miniaturización en la fabricación de procesadores, pero también sabemos que el límite no se ha alcanzado todavía. Y cuando se alcance este límite, la tecnología de fabricación será reemplazada por otra que descienda al nivel de las sub-micras, estro es; al nivel de las moléculas.