Microsoft bajo control.

Microsoft se ha hecho grande, muy grande. Para que se hagan una idea, la semana pasada el valor del conjunto de sus acciones en Wall Street superaba al de IBM. No es extraño, por tanto, que todos los ojos del sector la observen atentamente, y que se desaten las sospechas y los recelos. La compañía de Bill Gates es observada desde hace algún tiempo por la Federal Trade Commission norteamericana, para verificar si son ciertas las acusaciones de algunos de sus competidores de la industria del software: prácticas monopolísticas consistentes en utilizar funciones de Windows no documentadas (no disponibles para los demás), en el desarrollo de sus aplicaciones. Si bien hasta el momento tales prácticas no han podido probarse, no puede negarse el hecho de que Microsoft se beneficia del hecho de ser la autora de las dos plataformas sobre las que hoy se desarrolla mayoritariamente: DOS y Windows. Que los programadores de la casa puedan echar mano del código fuente de estos sistemas, que alguien guarda en el piso de abajo, parece, desde luego, una interesante ventaja competitiva. De hecho Microsoft ha hecho uso antes que nadie de ciertas capacidades antes incluso de que estuvieran completamente liberadas. Tal es el caso, por ejemplo, de OLEutilizado por primera vez en su programa PowerPoint y en su hoja de cálculo Excel. La cuestión es si este uso privilegiado de algo que ellos han desarrollado es o no juego sucio, dados los estrictos criterios antimonopolísticos que el mercado y las autoridades comerciales tienen en Estados Unidos. Los rumores apuntan a que, en el peor de los casos (pero no el más improbable), la FTC obligaría a dividir Microsoft en dos compañías, por una parte el grupo dedicado a Sistemas, y por otra el de Aplicaciones.

¿Razonable? Pues la verdad es que visto desde aquí, semejante medida parecería excesiva. Después de todo, a Microsoft hay que reconocerle el enorme mérito y visión de futuro que ha supuesto mantener contra viento y marea el desarrollo de Windows durante ocho años, hasta convertirlo en un enorme éxito comercial por aclamación masiva de los usuarios. Se olvida con facilidad que allá por los primeros 80, IBM probaba suerte con TopView, Digital Research con GEM y Visicrop con VisiOn, y que todos abandonaron al poco tiempo. Quien asumió el riesgo y el coste de seguir madurando una interfaz gráfica para DOS en la que nadie creía, merece quizá disfrutar ahora de una posición privilegiada. De todas maneras, es evidente que el éxito de una aplicación depende de muchos otros factores que no son el control del sistema operativo. Basta con ver productos como AmiPro o Quattro Pro para Windows para darse cuenta que las ideas originales y aductoras no son patrimonio exclusivo de Microsoft. Lo que ocurre es que Windows ha trastocado seriamente antiguas jerarquías sólidamente establecidas bajo DOS, y los nervios se han disparado. Esperemos que retorne el fair play.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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