Los de arriba vs. los de abajo.

Me imagino que el número de informáticos de la micro-informática supera con creces al número que se dedica a la de arriba. Pero un simple recuento de cabezas no es suficiente cuando uno quiere medir la importancia de cada grupo. Entre el grupo de los grandes hay mucha gente con muchísima experiencia en todos los aspectos del uso de los ordenadores. En la parte puramente técnica, cada grupo tiene sus expertos: apostaría que los de los micros son más numerosos, más interesados en sus sistemas, y más vivos en cuanto a cambios y nuevas ideas. Los de arriba, en cambio, son mucho más sólidos, con un gran respeto hacia la necesidad de hacer pruebas exhaustivas del funcionamiento de un sistema. Donde los grandes ganan con creces, es en su experiencia de manejar grandes ficheros y bases de datos, ejércitos de usuarios, telarañas de comunicaciones, sistemas con miles de condiciones especiales -y una sopa de letras para manejarlo todo.

En el futuro, vamos a usar cliente-servidor como nuestra manera habitual de trabajar: de eso no cabe ninguna duda. Nunca ha tenido tan poco sentido usar terminales estúpidos como el interface con el usuario, ahora que tenemos sistemas estables capaces de poner el poder encima de su mesa. El papel de la máquina central es cada día más de manejador de los datos -por fin, llegamos a realizar lo que hemos llamado durante tantos años, sin serlo, proceso de datos. Naturalmente, tenemos una pugna entre los dos lados para la hegemonía sobre los futuros sistemas EIS. En este rincón, el departamento establecido desde hace muchos lustros, hasta hace poco intocable, prepotente: en el otro, la joven, fuerte y rápidamente creciente microinformática, que por sus proezas en solucionar tantos problemas de los usuarios ocupa un puesto de honor en sus mentes.

Veo que ambos lados se bajovaloran mutuamente, que ninguno de los dos quiere admitir que el otro sí tiene sus virtudes. Eso me huele mal: en un momento de cambios importantes necesitamos el mayor y mejor uso de los conocimientos de todos. Los de arriba deben tener la humildad de aceptar que en gran medida fracasaron en su intento de informatizar sus sociedades, que los micros han hecho mucho de lo que ellos nunca lograron: y los de abajo que los años de uso intensivo de grandes sistemas no han sido en balde, que fruto de ello es un conocimiento profundo de problemas que ellos ignoran.