Las empresas se ahorrarán unos 4 millones de pesetas por cada teletrabajador

En la actualidad el grado de desarrollo de la informática y de las telecomunicaciones permite que una gran parte de trabajos puedan realizarse sin necesidad de desplazamiento, desde la propia vivienda de cada uno de los profesionales. Sin embargo, este paso de la sociedad industrial a la sociedad de la información sigue produciendo rechazo, especialmente entre los europeos, según refleja un estudio llevado a cabo por Harris. El informe demuestra que dos tercios de los europeos sigue pensando que no se producirán cambios fundamentales en los sistemas de trabajo a corto plazo. Este dato se opone a la tendencia apreciada en Estados Unidos donde el 66% de los directivos preguntados piensa que en los próximos tres años podrán realizar desde casa gran parte de sus tareas laborales.

El estudio encargado por la compañía BT a la consultora Harris y que ha sido realizado sobre un colectivo de 1.000 directivos de importantes corporaciones europeas y americanas, demuestra que en la actualidad el 90% de los directivos americanos emplea una parte de su semana laboral trabajando en casa, mientras que una tercera parte de los directivos europeos no lo hace nunca.

Estos datos desvelan una notable diferencia en la mentalidad de unos y otros trabajadores, que da lugar a diferentes disposiciones ante el cambio del sistema de trabajo.

En Estados Unidos, según el estudio de Harris, parece que hay una mayor disposición al salto al trabajo a domicilio, mientras que en Europa las tradiciones adyacentes a una jornada laboral en la oficina parecen estar muy arraigas (desayuno con los compañeros, reuniones con colegas de otras empresas, viajes, seminarios, etcétera).

Las expectativas de futuro muestran claramente este avance de la mentalidad de los directivos americanos, ya que el 66% piensan que, en los próximos tres años, se producirán una revolución por la que finalmente se realizará la mayoría de la jornada laboral desde casa. Por el contrario, dos tercios de los europeos no esperan cambios fundamentales en los sistemas de trabajo.

Perjuicios y beneficios del teletrabajo

Desde el punto de vista empresarial, los mayores beneficios que se obtienen con el teletrabajo son en aspectos como la eficacia y los costes.

En cuanto a la eficacia los beneficios provienen de la bajada de costes para la empresa, los cambios en los productos y los cambios en la motivación de los trabajadores. Este último punto, es, sin embargo, bastante conflictivo ya que es bastante difícil medirlo.

Pero la realidad parece ser que tras los traumas iniciales, más psicológicos que reales, que un trabajador padece en los primeros meses de reubicación de su trabajo, los estudios demuestran que un teletrabajador podría ahorrar 15.000 dólares anules (aproximadamente 1.875.000 pesetas) sobre sus ganancias netas de 27.000 dólares anuales (3.375.000 pesetas). Es sobre este dato sobre el que se calcula que los índices de eficacia y productividad de los trabajadores aumentarán significativamente.

Reducción de costes

En cuanto a los costes, los beneficios son obvios para la empresa si se piensa en el ahorro que supone la reducción al mínimo de los conceptos de desplazamientos y viajes de negocios de largo y corto recorrido que, o bien correrán a cuenta de los trabajadores o bien se harán utilizando los sistemas multimedia, como las teleconferencias, etc. También se reducen los gastos de espacio en la oficina central que podrá reutilizarse con otro tipo de equipación.

Sin embargo, los gastos más importantes vendrían dados por inversiones en equipos nuevos de trabajo, cursos de asesores, formación de directivos y falta de retención sobre el personal formado.

En definitiva, según el estudio, se deduce que el ahorro para la empresa por cada teletrabajador supera los 4 millones de pesetas.

Mejora de la calidad de vida

Uno de los mayores beneficios que puede suponer el teletrabajo para la sociedad es el ahorro en consumo energético por empleado y en polución por desplazamientos.

Se ha calculado que si una persona gasta 20 minutos diarios en desplazamientos para ir y volver a la oficina, al cabo del año la pérdida en la carretera es de dos semanas de 40 horas laborales cada una. Si tan sólo el 5% de los trabajadores que se desplazan diariamente al centro de la ciudad, por ejemplo a Los Angeles lo hiciera un sólo día a la semana se ahorrarían más de 300 millones de kilómetros de viaje al año y se evitaría que 47.000 toneladas de productos contaminantes se vertieran a la atmósfera.

El teledesplazamiento, es decir, el viaje a la oficina mediante la telecomunicación y no mediante el desplazamiento físico en transporte privado o público, supone un ahorro de energía, una mejora de la calidad del aire y, en definitiva, un aumento de la calidad de vida.

En Europa el teletrabajo no es una revolución

En 1994 se realizó el proyecto Teldet en el se hicieron encuestas representativas a 2.500 directivos y 5.300 empleados de Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España. Al comparar este estudio con el de Harris se observa que la situación del teletrabajo en Europa evoluciona, pero no supone una revolución.

La penetración del teletrabajo en las empresas europeas se sitúa en torno al 5% de las mismas y el número actual de teletrabajadores en estos cinco países supera escasamente la cifra del millón.

Reino Unido y Francia tienen un porcentaje superior al 7% de sus empresas que practican el teletrabajo, debido fundamentalmente al uso de Minitel en Francia y a la mayor popularidad del trabajador autónomo en el Reino Unido. Basta indicar que frente a los 600.000 teletrabajadores que tiene el Reino Unido, España está situada en 180.000 personas que producen sus servicios desde sus hogares.

Sin embargo, algunos analistas del mercado piensan que el debate sobre el teletrabajo no ha hecho más que empezar, lo que puede resultar obvio, sobre todo si se siguen los pasos del gigante, Estados Unidos, seguidos en tantas otras áreas.