Las antenas son feas

Nadie ha dicho que el despliegue de antenas, necesario para la cobertura de la telefonía móvil, tuviera que ser de diseño, ni que el objetivo fuera embellecer el paisaje. Lo único que se pretendía con tal despliegue es que España se situara como uno de los países europeos con mayor cobertura de telefonía móvil. Y claro, como era de esperar, el Plan de Extensión de la Telefonía que puso en marcha Montilla no se ha cumplido, algo que ha soliviantado al actual ministro Joan Clos que entiende que la culpa de este “desastre” la tienen los ayuntamientos y las comunidades autónomas que han impedido el despliegue de antenas necesario para cumplir con los objetivos de dicho Plan. Unas declaraciones que no dejan de sorprender, ya que si el despliegue se ha paralizado y/o ralentizado ha sido debido a las políticas anti-antenas elaboradas por su grupo político y/o socios. Pero lo que ya alcanza tintes absolutamente surrealistas es la afirmación del actual ministro afirmando, por un lado, que es necesario que España incremente la actual cobertura de telefonía móvil y, por otro, que diga que rechaza el despliegue masivo de antenas porque “afean” las ciudades. Seamos serios, aunque sea por una vez, y por demostrar una mínima coherencia en los mensajes que se lanzan desde el ministerio competente, porque no hay que hacer ningún ejercicio de memoria histórica para recordar que los motivos que impedían el despliegue de antenas recaían de forma exclusiva en el marco de la salud de los ciudadanos. Además, por muy feas que sean –bonitas no lo son– no debería ser nunca un motivo de peso para impedir o comprometer el desarrollo de la Sociedad de la Información en España.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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