Estrategias

La métrica de la rentabilidad, la asignatura pendiente en las TI

Ciclo de mesas redondas del master SI-Fundación Repsol YPF/ISE

Si hace unos años éramos testigos de una euforia inversora en nuevas tecnologías, el incumplimiento de aquellas grandes expectativas, unido a una recesión económica a nivel mundial, ha inducido a que hoy asistamos a una necesaria revisión de la tecnología disponible antes de decidir invertir. La rentabilidad realizada en las inversiones en las TI se convierte, de esta forma, en un elemento indispensable. Según un estudio de IDC, entre un 15 y un 20% de las empresas, se conforman con obtener el retorno de la inversión realizada en TI a lo largo de 4 o 5 años, lo que equivale a un ROI del orden de un 20 o un 25% anual. Sin embargo, las dificultades para medir estos porcentajes constituye un nuevo obstáculo.

Que la información es uno de los principales activos de las empresas, y los sistemas de información (SI) una herramienta imprescindible para la gestión del negocio. En este sentido, en la actual coyuntura geopolítica y macroeconómica, conocer la rentabilidad de las inversiones en TI resulta revelador. A hora bien, ¿disponemos de mecanismos eficientes que permitan realizar estas mediciones? Desde el punto de vista del economista Pedro Swartz, “si miramos los efectos de las TI en la economía, resulta de gran importancia ver la transformación de los recursos internos de las compañías”, comentaba en la mesa redonda que, con el título “Rentabilidad de las tecnologías y sistemas de información”, ha venido a analizar los sistemas de información como herramienta de gestión del negocio. A pesar de la recesión en la economía, Swartz se muestra optimista en la contribución que las TI van a aportar a este crecimiento económico. “Aunque no veo un gran avance tecnológico, la economía volverá a arrancar y será el momento de ver si las empresas siguen proporcionando tecnologías que aumenten la productividad”, apunta el economista.
Precisamente esta inquietud, en el debate sobre la existencia de métodos que puedan ayudar a las empresas a conocer qué beneficios les aporta la introducción realizada en TI, José Luis Díaz, presidente de la Fundación Repsol YPF y del ISE (Instituto Superior de la Energía), apunta la menor importancia que se otorga a los temas referentes a las tecnologías en los Consejos de Dirección de las empresas. Partiendo de la idea del desconocimiento en materia tecnológica que se da en no pocas ocasiones en las cúpulas directivas de las compañías, “no es fácil medir la rentabilidad pero, por parte de los directivos de las empresas y de los directores de sistemas, tampoco se está realizando un esfuerzo suficiente. Para cierto perfil de directivos, debería ser imprescindible conocer las TI, pero los responsables de sistemas también deberían hacer un esfuerzo por presentar los proyectos entendibles y buscar rentabilizar las inversiones”, apunta Díaz.

El valor de la inversión
Sin duda, un cierto desencanto existente al no verse cumplidas las expectativas tras la realización de inversiones pasadas en TI, ha derivado en la actualidad en una búsqueda de la eficiencia de la producción y una reducción de costes. Tal y como señala Amparo Moraleda, presidenta de IBM para España y Portugal, “cualquier proyecto ha de tener un claro valor percibido dentro de la organización”. Este valor de la inversión (Value of Investment) constituye, sin duda, uno de los pilares que mueven a seguir realizando inversiones en las TI, ya que, de una u otra manera, este valor ha de ser percibido por los usuarios. En este sentido, Moraleda añade que, en estos momentos, los objetivos de las empresas se alinean en torno a cuatro ejes como son “la búsqueda de una mayor capacidad de respuesta, estructuras de costes variables, una centralización en las competencias básicas y garantizar contribuir a la operativa”. Según la responsable, esto viene a significar que, cada vez más, infraestructuras, procesos de negocio e innovación van más de la mano y el reto se encuentra ahora en poder seguir garantizando esta capacidad para innovar. “A partir de esta capacidad de innovación, podemos ver cuáles son los procesos de negocio más adaptados para esa innovación permanente y cómo pueden reconfigurarse para servir a los objetivos estratégicos y, a partir de ahí, ver cuál es la infraestructura que puede soportar esos procesos”, destaca la responsable. De hecho, actualmente se aprecia una cierta tendencia a que la infraestructura sea capaz de integrar cada vez más y tener procesos de negocio más potentes. Así, el 40 % de las inversiones en TI se destinan a intentar integrar todas las tecnologías, resistentes, autónomas y abiertas, en la empresas.

Retribución inmediata
Desde el punto de vista del sector público, Daniel Avedillo, subdirector general de compras del Patrimonio del Estado, apunta que, si bien estos valores en el caso de la administración pública no son iguales a los empresariales, sí existe una cierta correlación. “La productividad, en la prestación de servicios al ciudadano y en la disminución del tiempo en la distribución de los mismos; la mejora de la eficacia, tal y como hacemos para facilitar el acceso en la relación con la Administración estableciendo un modelo multicanal; la optimización de la eficiencia, al hacer más cosas con el menor coste posible; y la búsqueda de la rentabilidad, no asociada al retorno de la inversión sino a la mayor o menor importancia que tenga el proyecto, son fundamentales para la Administración, que ha de dar soporte al interés general y a desarrollar y apoyar el desarrollo de las políticas públicas”, explica Avedillo en referencia a lo que se ha venido a denominar “Valor social de la inversión” o “Retorno ciudadano de la inversión”. Además de este consabido valor de la inversión, dentro del mismo, la principal demanda radica en la búsqueda del impacto directo en la cuenta de resultados de la implantación de ese proyecto. “El foco está en la eficacia operativa, en la disminución de costes y la consecución de economías de escala, por lo que las compañías también se plantean la externalización de algunos procesos de negocio en la búsqueda de reducción de costes unitarios”, expone Moraleda. “En general, las compañías tienen claro los SI, lo que suele ocurrir es que no están satisfechos por el valor percibido por esos costes e inversiones en TI”.

Cómputo de beneficios
Este punto acerca de si las organizaciones perciben el valor de los Sistemas de Información lleva a pensar en el papel que juega el director de sistemas dentro de una organización ya que, tal y como apunta José Luis Díaz, “el futuro gestor de las empresas de cualquier tipo, será condición indispensable que tenga conocimiento de los SI”. Junto a este factor que el responsable considera esencial, la falta de un sistema métrico y la dificultad de establecer un criterio económico-financiero deriva en “una especie de vacío entre prestatarios de servicios y usuarios que, si se solventara, quizá sería más fácil cuantificar esta rentabilidad de las inversiones”.
Sin embargo, Pedro Swartz apunta que “una forma de sustituir la métrica es lo que nos dice el mercado, su comportamiento, y qué ventajas percib

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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