La enseñanza de calidad en informática, ante la difícil elección del centro de formación. El aval de los fabricantes de programas es decisivo.

A pesar de la generalización de los conocimientos informáticos, la elección de un curso de formación resulta más complicada de lo que podría parecer en un principio. Diversas academias y centros ofrecen programas que no responden a las expectativas del estudiante una vez finalizado los mismos, y la publicidad confunde en ocasiones conceptos tan esenciales como calidad, precio y resultados, generando en los alumnos la sensación de ser engañados. Además, la rapidez imperante en el campo de la informática deja obsoletos con harta frecuencia a numerosos centros que no han logrado adaptarse al nuevo tirón informático.

El tema de formación específica en informática, en ámbitos ajenos al universitario, ha estado sometido a grandes cambios en los últimos años. Todos recordamos, las múltiples ofertas de cursos, que con la pretensión de convertir al alumno en experto programador, se limitaban a ofrecer unos conocimientos de lenguaje BASIC, con promesas de integración laboral inmediata y a cambio de un título -en realidad diploma- que aseguraba al propietario, su flamante condición de analista programador.

Afortunadamente, los tiempos han cambiado y la informática, ha dejado de ser una parcela minoritaria, para convertirse en una área de conocimiento cada vez más extendida. Actualmente, el aspirante a obtener formación en este entorno, dispone de mucha más información, que le puede ayudar en el momento de elegir el centro en el que desea concertar su aprendizaje, así como el contenido del programa.

Hoy en día, los centros que han conseguido adaptarse al vertiginoso ritmo de cambio, propio de la informática, son aquellos que cumplen dos requisitos básicos: disponer de un equipo técnico especializado, que permita la adaptación al cambio continuado, vislumbrando la dirección en que avanza la tecnología, y un cierto volumen económico que posibilite la inversión necesaria, para mantener el ritmo de adaptación. Resulta por tanto evidente, que en un futuro inmediato, la enseñanza de la informática a nivel no universitario, quedará limitada a centros que por su volumen de facturación y beneficios, tengan la suficiente capacidad de maniobra para adaptarse al continuo cambio.

Aquellos centros que por su naturaleza o ubicación geográfica, estén limitados en cuanto a volumen, deberán asociarse a otros de características semejantes, o bien reducir drásticamente su oferta de cursos, especializándose en determinados productos que permitan mantener la competitividad necesaria.

En tiempos como los actuales, la denominada crisis económica, puede provocar retraimiento en los presupuestos de formación. Pero lo que está fuera de toda duda, es que cuando se decide a pesar de todo, invertir en formación, se intenta apostar sobre seguro y es cuando se exige del centro elegido, el máximo de garantías posibles, evitando las aventuras e inventos que no pretenden más que confundir al cliente en muchos casos.

Cuando se desea seguir un plan de formación, habrá por tanto que tomar ciertas precauciones, que permitan al alumno elegir un centro con las debidas garantías. El problema de equivocarse en formación es que el coste es muy elevado. No tan sólo perdemos la cantidad invertida, sino el tiempo que dura la aventura que en muchos casos no valoramos suficientemente.

En otras actividades, el riesgo de errar en la elección es mucho menor. Si en un restaurante, nos ofrecen un servicio pésimo, bastará con no repetir y en todo caso el coste individual del error es limitado. Pero después de sufrir el engaño que no se limita a un día, sino al período de seguimiento del curso, el desánimo es tal, que difícilmente el alumno, volverá a repetir la aventura en otro centro, con el desprestigio y pérdida que ello acarrea al sector.

No existe una fórmula mágica que permita adivinar de antemano la calidad de la oferta, pero sí existen indicios y detalles que permiten averiguar la calidad del centro. Estamos habituados en otros entornos, al criterio de a mayor coste, más calidad y este criterio en enseñanza, puede no ser válido. Con este argumento, más de un vendedor de cursos pretende engañarnos y en la mayoría de casos con total impunidad, puesto que es imposible para el alumno realizar un estudio real comparativo de las diferentes ofertas y su relación calidad precio.

La oferta insistente de cursos que realizan determinadas empresas, utilizando diversas técnicas de marketing y llegando en algún caso a la promesa de puestos de trabajo, es uno de los indicios más claros de que estamos frente a un engaño.

No es que las modernas técnicas de marketing, sean siempre sinónimo de engaño. Pero existen campos como puedan ser la formación o la sanidad, en los que debería existir un cierto código de ética que en muchos casos puede aportar la propia vocación natural del centro.

No existen cursos mágicos que permitan la colocación posterior automática, ni titulaciones frente a los cuales los empresarios queden de tal forma impresionados que no les quede otra alternativa que contratar sin más, al aspirante a empleo.

En todo caso lo que el alumno deberá exigir es conocer el programa exacto que se imparte en el curso, la experiencia y posible titulación del profesorado, el tipo de formación que va a recibir, el número de alumnos por clase, si se trata o no de autoformación y lo que es más importante el testimonio de otros alumnos que hayan cursado dichos programas formativos.

Siempre que sea posible, acudir a centros que estén avalados por los propios fabricantes de los programas de los que se desea recibir formación.

También es interesante, siempre que se adapten a nuestras necesidades, seguir programas formativos como los que ofrece la AECEI (Asociación Española de Centros de Enseñanza de Informática) y que garantizan al alumno un contenido formativo útil y actualizado por la propia AECEI y que permiten controlar el nivel de formación pactado.

El volumen real de un centro, su popularidad, prestigio, imagen exterior y grado de especialización en informática, tiene gran importancia, incidiendo directamente en la valoración que la sociedad atribuye sus diplomas.

Pero dicha imagen de empresa, debe ser ganada a pulso, a través de una trayectoria formativa en informática. En tiempos de crisis como los actuales, son muchos los que intentan subir al tren de la oferta formativa, procedentes de otros campos, escuelas de especialidades ajenas a informática o vendedores de ordenadores y programas en horas bajas.

En todo caso, el proceso de elección de un centro de formación en informática, no tiene nada de sencillo y el aspirante a alumno deberá poseer dotes de intuición y un poco de suerte si cabe.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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