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La convergencia digital, paradigma de modernización económica

La necesidad de regular al regulador, elemento de debate

La convergencia digital se perfila como el reto clave al que España aspira, pero del que llevamos hablando años y sigue siendo eso, un reto. Aunque, eso sí, no una utopía. ¿Por qué? Baste con revisar la definición de dicho concepto. La RAE entiende por utopía “aquel plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación”. Pues bien, para conseguir la convergencia digital, la regulación es un factor diferencial, si bien no el único, para su realización.

Uno de los objetivos claros en materia de convergencia digital pasa por el diseño de un nuevo marco regulatorio que fomente la competencia, la universalidad de los servicios, la consecución de un mercado interior y la defensa de los intereses de todos los ciudadanos europeos. Joaquín Osa Buendía, director general de instrucción de la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (CMT), reconocía en el foro del VII Congreso de Telecomunicaciones organizado por Asimelec el pasado mes de diciembre, la importancia de verificar que “realmente existe una competencia efectiva y no una dinámica de operadores dominantes”. Es necesaria la prevención del ejercicio de prácticas anticompetitivas, al tiempo que la CMT tiene la obligación de promover la transparencia y la no discriminación. “En dos años, el mercado de telecomunicaciones ha nacido y ha muerto varias veces”, según Osa.

Definiendo directrices
“Nada está escrito y predeterminado... como corresponde a toda revolución”. Con estas palabras dibujaba Andrés Font, director general del Centro de Análisis de la Sociedad de la Información y las Telecomunicaciones (Enter), el panorama que se presenta en materia de convergencia digital. A ello hay que sumarle el factor diferencial de cada mercado nacional. Y en el caso específico de nuestro país, nos encontramos ante una “estructura algo rígida que no casa muy bien con la convergencia”, expone Osa.
Por otro lado, la capacidad de regular al regulador corre el riesgo de escaparse de las manos. Y es que ante la “falta de armonización”, que según denuncia Osa existe en Bruselas, se hace necesaria que la convergencia llegue incluso hasta el propio regulador. Un aspecto que define como “vital” en el futuro de la misma. Frente a este papel, catalizador en ocasiones e inhibidor en otras, Eva Pérez, directora de relaciones con la Administración de France Telecom España, resume: “Debe velar por las garantías del mercado y de los clientes”.

Rotores del cambio
Los grandes motores de la convergencia digital pueden concretarse en la telefonía móvil, y el desarrollo y expansión de la banda ancha. Esto demuestra que el sector de telecomunicaciones ha ido paulatinamente ganando peso en el PIB, sin embargo, el ritmo no es equiparable al registrado de media por los 30 países miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Las últimas cifras publicadas por la OCDE revelan cómo el peso de los distintos mercados en el sector TIC ha ido variando ligeramente, si bien electrónica y componentes, con un 34,3%; telecomunicaciones, con un 31,5%; y equipos TI, con un 18,2%, protagonizaron las mayores partidas en 2003.
Estos resultados demuestran cómo “las TIC están en el centro de gravedad de la agenda competitiva de Europa”, para Emilio Ontiveros, catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y presidente de la ponencia del Consejo Asesor de las Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información (CATSI) del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (MITyC). No en vano, los estudios de la OCDE exponen cómo los países que han adoptado, de forma definitiva, las TIC están registrando mayores ratios de productividad. Con ello, podemos deducir que el core de la convergencia digital pasa por una revolución de corte tecnológico, con impacto social.
Pese a la calificación de “pobre” del sector TIC en España en comparación con su aporte al PIB, a cargo de Ontiveros, Font expone un panorama más alentador, si revisamos los motores de avance en materia de convergencia. En el caso de la penetración de la banda ancha en España, reconoce: “Estamos en la media europea, ocupando el tercer lugar en cuota de alta de acceso”. Según la OCDE, España, que atesora el puesto 21, es uno de los países con menor penetración de banda ancha.
En el caso de la telefonía móvil, la evolución viene marcada por la nueva era de los operadores móviles virtuales (OMVs). Para Víctor Manuel López Millán, profesor de ingeniería de la Universidad CEU San Pablo, “la figura del OMV fue creada por la Administración para aumentar la competencia en el mercado de la telefonía móvil”.


Teletrabajo, el factor X de la productividad
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Pese a la existencia de detractores que se muestran escépticos ante los resultados del teletrabajo, las cifras revelan cómo su aporte a la productividad económica es clave. Y en ello tiene mucha culpa un avanzado nivel tecnológico. La conjunción de ambos factores podría derivar, ya no sólo en un incremento de la productividad, sino en un cambio de escenario laboral.
Emilio Ontiveros, catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y presidente de la Ponencia del Consejo Asesor de las Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información (CATSI) del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, reconocía, en una reciente jornada “Teletrabajo, Movilidad y Desarrollo Sostenible” organizada por FIAP: “La tercera revolución industrial, protagonizada por las TIC, es el teletrabajo”. Gartner expone en su informe Teleworking: The Quiet Revolution, que en 2008, 41 millones de empleados a nivel mundial por cuenta ajena destinarán, al menos, un día a la semana, a teletrabajar y 100 millones trabajarán desde casa, al menos, un día el mes.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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