Internet móvil, ¿cara y en oligopolio?
La subasta de licencias de telefonía móvil de tercera generación en el Reino Unido, que lleva ya recaudados casi 22.000 millones de libras, unos seis billones de pesetas, puede producir efectos perversos en toda Europa. Por varias razones. Una de ellas es que los Gobiernos del resto de Europa -menos España y Finlandia, que ya han adjudicado sus licencias- están tentadas de seguir el ejemplo británico.. Pero si eso ocurre, las subastas se impondrán y encarecerán enormemente el desarrollo de la industria del multimedia móvil, que es la mayor oportunidad que tiene Europa para mejorar su situación competitiva con respecto a EEUU. La ecuación es lógica: a más costes iniciales, menos recursos dedicados a desplegar rápidamente las redes, a financiar los terminales o abaratar las tarifas. En definitiva, se corre el riesgo de que UMTS tenga menos éxito que el GSM, y sobre todo, que su penetración sea mucho más lenta de lo previsto. La segunda mala noticia es que precisamente por las enormes cantidades que se van a mover en las subastas, se hará necesario un proceso de concentración en el sector de la telefonía móvil. Los fuertes gastos iniciales para implantar una licencia sólo se podrán afrontar desde la perspectiva de controlar operaciones de móviles en otros países de Europa, de forma que la falta de rentabilidad en unos mercados se vea compensada por los ingresos que se obtengan en otros. Es decir que del actual panorama europeo del sector, que tiene un grado de concentración muy pequeño, con multitud de compañías locales y un sólo gran campeón continental -Vodafone Mannesmann- se puede pasar a un sector concentrado en sólo tres o cuatro grandes grupos. Es el proceso que ya se está produciendo en EEUU donde sólo quedan cuatro grandes operadores -ATT, WorldCom-Sprint, Vodafone-Bell Atlantic y Bell South-SBC-. Si este proceso se confirma, el grado de competitivad bajará sustancialmente y se incrementará el riesgo de acuerdos entre grupos -cárteles- para la fijación de tarifas. Es decir, malas noticias para los usuarios y para la sociedad europea en general, que puede asistir al desaprovechamiento de una oportunidad histórica.
