Innovación del área técnica

Es obvio que el colectivo que está más en la calle es el vinculado a ventas, pero es igualmente cierto que servicios no comerciales también realizan una actividad de campo. Son aquellos relacionados con el mantenimiento de instalaciones de gas, de climatización, de elevación, de sistemas informáticos, de generación y/o distribución eléctrica, de transporte, etc. En cualquiera de los casos, ambos colectivos deben reportar, cuanto menos administrativamente, la actividad realizada.
El hecho de que las soluciones de movilidad hayan tenido una mayor implantación en el área comercial se debe a que es ahí donde se visualiza un mayor retorno de inversión, especialmente en aspectos como el proceso comercial, donde guarda un peso específico el factor “oportunidad”. Se valora también la optimización administrativa, tanto la propia como la que se brinda al cliente, facilitando la documentación relativa a dicha transacción.
En relación con el factor “oportunidad” cabe valorar la naturaleza de la actividad del área comercial –SFA– o del área técnica –TFI (Technical Force Innovation)–. Mientras el comercial puede obtener una rentabilidad altísima de su tiempo en función del éxito en su cometido, el técnico no goza del beneficio de dicho factor variable porque la SFA se orienta a la gestión de una propuesta (abierta) y la TFI a la gestión de un servicio (predefinido).
Mientras que por un lado los equipos de SAT (Servicio de Asistencia Técnica) vinculados al área de producción han venido impulsados por motivos de productividad primero y de calidad después, los departamentos de ATC (Atención Técnica a Clientes), en el sector consumo, han venido impulsados por directivas relativas a la protección de los consumidores. Los primeros han sido considerados como departamentos que no aportaban valor. Los segundos tenían una relación con la participación directa del consumidor o cliente.
Para el área técnica, la información obtenida del bien de consumo o de equipo en servicio sigue siendo de gran valor, pero la oportunidad que brinda la relación con el cliente es lo que tanto desde el punto de vista comercial como de marketing, se valora como un ejercicio clave en la fidelización del cliente. Es de esta forma que la TFI pasa a gestionar, no sólo las tareas propias de su actividad natural, sino funciones comerciales con el objetivo de mantener la confianza del cliente. En definitiva, se dota a la TFI de herramientas que a la vez que ayudan a optimizar tiempos en la ejecución de la vertiente técnica y administrativa de sus tareas, agregan nuevas funciones de recogida de información de gran utilidad para la análisis, tanto de la propia actividad en sí como de parámetros de mercado y del propio parque de clientes.
La involucración de la TFI en funciones del ámbito comercial, no sólo ayuda a alinear esfuerzos sino que termina por convertirse en un factor clave dentro de la estrategia comercial de la compañía.

R. Rosell es director comercial de Vincle.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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