IBM + PwC: algunos interrogantes
Cabe suponer que en la plantilla de PwC que pasa a la filial española de IBM -más de mil profesionales- se estará pensando en la posibilidad de que se manifiesten tensiones competenciales similares a las que ya vivieron con la otra línea de negocio de la misma marca. Porque, por muy bien que se crea que están definidas las áreas de responsabilidad y los límites diferenciadores de actividad, en un elevado número de situaciones es difícil dirimir quién esté mejor capacitado para abordar con mejores garantías el proyecto y conseguir el contrato. La fiebre de la facturación, con todas las ventajas o frustraciones personales que acarrea, impulsa a los profesionales a defender con vehemencia las oportunidades de negocio. Y, en este caso, la plantilla de IBM también tiene que estar lógicamente expectante ante la probable competencia interior que les puede llegar. La declaración de intenciones y las promesas de buenos propósitos pueden formularse con esplendidez, pero la exigencia de los cuotas desequilibra las situaciones. Asimismo, tampoco conviene olvidar que tratan de integrarse -no es suficiente con juntarse- dos plantillas con diferentes culturas de compañía.
Como efectos inmediatos de la operación -siempre pensando en nuestro entorno- IBM se podría plantear con marcado interés, para empezar a capitalizar la compra, promover las acciones precisas -a través de miembros de la plantilla recién incorporada- para intentar desplazar de los respectivos clientes a los fabricantes que hasta ahora tenían como partner a PwC. La reacción de los fabricantes afectados pasa por defenderse con rapidez, evitando intromisiones con sus clientes, y elegir un nuevo partner. Porque la ética está muy bien para invocarla; cumplir sus principios, es otra cosa.