IBM
La tradición se cumple cada vez que, en una compañía proveedora de nuestro sector, se produce una circunstancia anómala que, teóricamente, podría afectar a los planos organizativos, reajuste de plantilla, o a alguna de sus líneas de negocio. Porque, como si se tratase de un aldabonazo alertador para concitar la atención sobre un asunto que puede merecer la pena ser aprovechado, de entre las compañías competidoras surgen iluminados voceros dispuestos a hacer sonar alarmas para llamar la atención en el colectivo usuario. Anteponiendo deseos a realidades, montan peculiares argumentaciones y fantasean controladamente, con ánimo de intentar sembrar dudas y generar sombras de desconfianza sobre aspectos que les interesen. Prisa se han dado los más necesitados de contratos porque, ante la previsible regularización de plantilla que se llevará a cabo en IBM España –como consecuencia de la parte alícuota que le corresponde según la decisión tomada por la corporación, y que afecta a Europa– activos especimenes de la competencia ya han parido sus propias peliculillas al respecto. Mala tentación porque, precisamente en la filial española de IBM, tienen experiencia más que suficiente en temas de reajuste de plantilla, que se han ido culminando a satisfacción de las partes. Y en esta ocasión, si se aplica una reducción de plantilla en torno al 3 ó 4%, podría afectar a un número entre 195 y 240 empleados. Por lo que, abriendo un proceso de bajas incentivadas, se cubrirá el objetivo sin complicaciones dignas de mención. Curiosamente, los competidores que han prestado atención al reajuste de plantilla, no han comentado el incremento de responsabilidades de la filial española, al decidir la corporación –por algo será– trasladar su sede para el sur de Europa de París a Madrid. Pedir objetividad en el terreno de la competencia, es una pura quimera.