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Hábitos heterodoxos

Los que tienen la ilusión de que con el comienzo del nuevo año desaparezcan ciertos comportamientos censurables o atrevimientos heterodoxos alrededor de los procesos de contratación, desconocen o desean enmascarar situaciones acaecidas donde se fraguaron decisiones difícilmente comprensibles . El cambio del taco de calendario puede inducir a soñar con soluciones maravillosas que, por quiméricas, no serán contempladas ni tenidas en cuenta por quienes usan el pragmatismo por bandera y como obsesión la cuenta de resultados . Pueden propugnarse e invocarse todos los procedimientos éticos definidos como recomendables para normalizar las relaciones e impedir actitudes equívocas, pero el peso de los resultados y las responsabilidades consiguientes impondrán su ley .

Por mucho que se les censure, es imposible que desaparezcan los comportamientos de ciertos máximos responsables de compañías del sector, que tratan de explotar al límite su puesto y ubicación presente, porque están convencidos que en periodo de tiempo relativamente corto -dependiendo del ritmo de negociación por la consecución de la indemnización que pretenden- lo van a abandonar, y prometen lo que sea con tal de maravillar, obnubilar, y convencer al cliente, para que no dude en concederle los favores de otro contrato -de renovación, ampliación, o nuevo- y conseguir recuperar una confianza deteriorada e incluso resquebrajada . A estos personajes, por llamarles de algún modo, les importa un bledo firmar, si resulta imprescindible, supuestos compromisos o estrategias de futuro de la compañía a la que pertenecen, para atraer y cautivar la atención de quien les puede otorgar algún contrato . Adornan las mentiras con la mayor naturalidad y rotundidad y, como no buscan ganar credibilidad, prestigio, y confianza para su empresa -su objetivo es sacar el mayor partido posible en términos económicos al presente, porque su futuro va en otra dirección- no les preocupan las nefastas consecuencias que padecerán los que se queden . A ellos siempre les queda el recurso de echar la culpa a la matriz de la multinacional .

Por mucho que se les censure, tampoco van a desaparecer los urdidores de decisiones tramposas que tienen elegida con antelación la empresa que les interesa que resulte adjudicataria y montan la escenografía que les conviene para dar tintes de verosimilitud e intentar justificar la opción que piensan tomar . Suelen montar auténticas comedias en un supremo intento para que la representación parezca creíble, pero las prisas o los compromisos contraídos son tan presionantes, que muchas veces quedan agujeros por donde se puede apreciar lo viciado del asunto . Unas veces llevan en directo el proceso de la operación y otras, para guardar las formas, trabajan con intermediadores . Pero consiguen su objetivo .

Esperemos que se vayan poniendo en marcha mecanismos que ayuden a abortar deleznables contubernios y descubrir a sus beneficiarios .

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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