Gracias y buena suerte, Bill

Se va. Sí, tal y como anunció hace dos años, Bill Gates da por concluida su trayectoria profesional. Y, sinceramente, mi opinión es que lo hace con los “deberes hechos”. Sí, porque él fue el artífice de sacar la tecnología de los centros de proceso de datos de las grandes organizaciones y entregarla a la gente de la calle. Supo ante que nadie –y esto ya tiene mérito– que la tecnología no debía ser un beneficio exclusivo de las empresas y las organizaciones. Se empeñó y lo consiguió. Y esto es algo que nadie puede discutir. No creo que hoy haya alguien en el mundo que no haya entrado en una de sus famosas ventanas y haya sido capaz de ver cómo se nos abría a todos un nuevo mundo de posibilidades. Bill Gates y Microsoft hicieron realidad hace ya unos cuantos años algo de lo que a muchos les gusta hablar y que atiende al concepto de “democratización de la tecnología”. Esto que para cualquiera es una hazaña cuanto menos loable ha servido en demasiadas ocasiones de arma arrojadiza contra uno de los pilares de esta nueva sociedad. Sí, creo que si algo no ha recibido Bill Gates ha sido equidad. No se ha sido justo. El porqué es algo que todavía no he llegado a descubrir. Ha tenido que enfrentarse en numerosas ocasiones a acusaciones injustas que nacían, precisamente, de su brillantez, de esa capacidad suya para que todos nos sintiéramos partícipes de las bases del futuro. Por todo ello, creo que ha llegado la hora de darle las gracias a Bill Gates por permitirnos a todos sentir la magia de la tecnología.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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