Estrategias de head hunters
Alrededor de los head hunters -no iban a ser una excepción- se tejen las más variadas historias de fobias, filias, intereses y enigmáticos contubernios. La actividad se presta a elucubraciones esotéricas basadas, quizás, en la discreción que se exige a las personas y en la praxis sibilina de los movimientos. Pero no por ello hay que magnificar comportamientos aparentemente equívocos, ni hacerlos extensivos a todo el colectivo. Entre los pomposamente conocidos como cazadores de cerebros, habrá granujas, desaprensivos y aprovechados, lo mismo que en cualquier otra profesión. Pero, por suerte, predomina la gente que se gana la vida en este segmento caminando con honradez y responsabilidad como objetivo irrenunciable, junto con el talismán de la eficacia, acreditativo de su continuidad en el quehacer que domina. Lo lamentable en esta vida es que, en amigables tertulias, los temas de conversación que más animan son los que aportan morbo, descalificaciones y analizan conductas reprobables. Así, salen a relucir nombres de los head hunters que conviene tener neutralizados haciéndoles esporádicos encargos en evitación de que la plantilla del cuidadoso empresario sea esquilmada para nutrir de directivos o técnicos a los clientes del interfecto. Los contertulios tampoco terminan de comprender que, habiendo tanto parado circunstancial -de cualquier nivel, experiencia o especialización- procedentes de las encadenadas reestructuraciones y ajustes de plantilla en las empresas del sector, cuando se solicita determinado perfil profesional a algún head hunter, éste se descuelga con una primera relación de precandidatos en la que todos, sin excepción, (¡qué casualidad!) están trabajando y perciben retribuciones de las ya históricas, anteriores a la crisis.
¿Cómo es posible que los ficheros de ese head hunter consultado no estén enriquecidos y actualizados con los registros de los profesionales en expectativa de ser empleados? Además del lógico interés que debe tener por disponer de esa información -y cuenta con recursos suficientes para obtenerla- los propios parados contribuirán a su consecución, ya que intentarán, como primera regla de oro para reintegrarse a una plantilla, que dispongan de sus datos quienes más facilidades tienen para darles el empujón definitivo. Ellos mismos, junto a familiares y amigos, coadyuvarán a conseguirlo. Ante esta tangible realidad, ¿cómo se explica el desliz de algún head hunter ignorándolo prácticamente? Al cliente se le demuestra consideración y ayuda, no solamente con seleccionarle el mejor entre los posibles, sino lográndolo, además, con el candidato que con toda seguridad va a ser más comedido al plantear sus condiciones.
Asimismo, la observación de un fenómeno que se repite, induce a pensar que también hay head hunters con debilidades por ciertos profesionales, a los que convierten en rentables comodines. Son personas con gran facilidad de expresión, que se venden extraordinariamente, y caminan "de flor en flor" de la mano de su protector, con la garantía de una ley de silencio que, a tenor de las circunstancias, beneficia a todas las partes. El encargado de la selección, más que presentar, recomienda al cliente a su portentoso candidato que, obviamente, supera la entrevista con la dignidad de un fuera de serie. Si, en el puesto a desempeñar, existen posibilidades de cuantificar su rendimiento, sus superiores percibirán que queda muy lejos de las metas que le habían asignado y que el propio protagonista se comprometió a superar. Comienza la fase de reuniones -en la que el comodín vuelve a hacer alarde de sus magníficas facultades de convicción- y la secuencia de explicaciones y reuniones se alarga en el tiempo. El comodín y el head hunter analizan si ya ha llegado el momento de realizar el cambio de empresa e inician su proceso. Las dotes persuasivas del singular candidato impactan a los directivos de la nueva empresa que no dudan en superar, si hiciera falta -para incorporarle inmediatamente- las condiciones que viene disfrutando en el cargo que desempeña. Por supuesto, el comodín informa a la dirección donde todavía trabaja que ha recibido una suculenta oferta que no cree conveniente despreciar, y le dan toda clase de facilidades para que prosiga su carrera de éxitos. Y la comedia seguirá, y todas las partes guardarán silencio.