El vídeo satura Internet y cambia las reglas del juego
“En 2007 Internet podría alcanzar el límite de su capacidad”. Así de rotunda se muestra una de las consultoras más prestigiosas del mundo Deloitte Toutche Tomatsu en su informe sobre el mercado de las telecomunicaciones “Telecommunications Predictions for 2007”. El principal argumento esgrimido por la consultora para llegar a esta conclusión es, junto a un crecimiento desorbitado de la población on-line, el vídeo. Este tipo de aplicación consume, hoy por hoy, gran parte de la capacidad de Internet. De hecho, con la descarga on-line de los episodios de una serie de TV un usuario consume 1.000 veces más ancho de banda que una semana antes cuando únicamente utilizaba el correo electrónico y eBay.
Los estudios llevados a cabo por la firma de investigación sueca Acreo muestran que, en la actualidad, las aplicaciones como el video streaming y el audio sólo representan el 5% del tráfico total de Internet. Sin embargo y paradójicamente, las mismas investigaciones señalan que el 95% de los hogares con conexión a Internet utiliza este tipo de aplicaciones, una cifra que está muy por encima de los usuarios que, por ejemplo, utilizan aplicaciones para compartir archivos. Esto significa que los usuarios finales están familiarizados con la tecnología, por lo que una vez que encuentren el contenido que les interese probablemente adoptarán el vídeo on-line a gran escala.
Pero el vídeo no es sólo una cuestión de ancho de banda. Al igual que la telefonía IP requiere también calidad de red. El video streaming es un servicio en tiempo real por lo que la latencia puede congelar o pixelar la imagen. Teniendo en cuanta que el protocolo de Internet (IP) no fue diseñado en sus orígenes para servicios en tiempo real, se hace necesario añadir una capa de inteligencia en la red, que la convierta en una autopista adecuada para el tráfico de aplicaciones como el vídeo.
A pesar de las previsiones de Deloitte, seamos realistas: la sensación generalizada es que Internet, después de todo, no alcanzará el límite de su capacidad si continuamos añadiendo más ancho de banda. Hay demasiados intereses en juego y una medida de este tipo podría parecer que retrasa el despliegue de nueva infraestructura pero únicamente será un bache en el camino hasta que el problema se resuelva de forma definitiva.
Por todos es sabido que el despliegue de infraestructura con más ancho de banda e inteligencia sería muy caro. De hecho, el 14 de febrero Wall Street Journal publicaba que “el gasto mundial en el despliegue de nueva infraestructura de telecomunicaciones alcanzará los 240.000 millones de dólares en 2008... Y un alto porcentaje de esta cifra se destinará a aplicaciones como vídeo”.
Lo que plantearía la siguiente pregunta: ¿Quién asume esta inversión? ¿Los proveedores de servicio como Joost o You Tube o los proveedores de acceso a Internet?
Cobrar al proveedor de servicio por una mejor calidad acabaría con la vocación con que nació la llamada Red de redes y la convertiría en otra industria apta únicamente a los bolsillos más fuertes. Aparte, independientemente de quién hiciera el desembolso, el usuario final se vería afectado y sería él, quien en última instancia, asumiera esta inversión a través de las facturas.
Aparte de más ancho de banda y calidad de la red, la popularización del vídeo exigirá de la industria de banda ancha una redefinición de las ofertas de servicio existentes en el mercado que encajen mejor con nuestro perfil de usuario. En este sentido, el acceso de banda ancha como un elemento diferenciador de la oferta será un factor de decisión tan obsoleto como la velocidad a la hora de comprar un billete de avión.
Avanzamos hacia una Internet diferente a la que conocemos y el vídeo es la fuerza motriz de este cambio. En los próximos años, veremos cómo Internet se convierte en una oferta de servicios a la carta. Los servicios de banda ancha se empaquetarán para responder mejor a las necesidades individuales de cada cliente. La pregunta será: ¿cuánto estoy dispuesto a pagar por el valor que obtengo? De esta forma, nos aseguraremos que los servicios que usamos más habitualmente funcionan correctamente, que la calidad de experiencia del usuario sea mejor y que el cliente aprecie más el servicio de banda ancha.
Deloitte predijo que “bastaría con un aumento inesperado en el uso del vídeo para que las molestias causadas por la caída en la velocidad de acceso se convirtieran en una insatisfacción de los consumidores a gran escala”. Sin embargo, este aumento del tráfico de las aplicaciones de vídeo en Internet era más que previsible. Afortunadamente, estamos preparados y haremos de la red una infraestructura lo suficientemente inteligente para satisfacer las expectativas de los usuarios y conservar la criticidad de Internet tanto en la vida profesional como personal.
Jon Lindén, vicepresidente de Procera Networks para OEM y grandes cuentas.