El tiempo es oro
Compusof acaba de celebrar su presentación anual. Como en ediciones anteriores, destacaron tanto la originalidad del marco elegido para dar mayor atractivo y realce al acto -en esta ocasión el desarrollo tuvo lugar en el Auditorio Nacional de Música- como la masiva asistencia. Pero, en esta ocasión, se ha podido apreciar, no ya como síntoma, sino como testimonio lacerante de equivocados planteamientos, que la lacra casi endémica que golpea la disciplina exigible en el respeto a los minutos asignados para cada una de las intervenciones -habitual en gran número de este tipo de acontecimientos- también se ha cebado en el tradicional buen uso de tiempos en las agendas de esta empresa.
Compusof se pone de largo una vez al año, pero lo hace a lo grande. Se preocupa de impactar el sentido profesional de sus invitados, y estos se lo reconocen mostrando interés por asistir a la siguiente edición. La simbiosis es perfecta y estimula a los organizadores a, como mínimo, mantener el nivel, que ya es mucho. Además, suele ser equilibrada y gratamente confeccionada la composición del programa: marco singular, entretenimiento adicional -esta vez, concierto en la Sala de Cámara- e intervenciones de destacados representantes de sus partners.
Actos como el aquí descrito se venían caracterizando, en el plano estrictamente profesional, por la concesión de tiempos cortos, número de ponentes amplio, y la elección de destacadas personas para presentar los temas. De esta forma quedaba asegurada la agilidad/brevedad, la necesidad de concisión para lanzar los mensajes y el anuncio de tendencias, y el pragmatismo en la exposición. En esta ocasión, quizás viciados los partners por su participación en reuniones parecidas, vulneraron las virtudes de anteriores ediciones de la empresa anfitriona, incurriendo en errores que no se merecía la audiencia. Por el nivel de los asistentes, el objetivo perseguido debe ser sensibilizar su instinto profesional con información relevante y, por supuesto, con perfiles innovadores. No hay que ser prolijo en la descripción de productos, ni excesivamente detallistas, porque eso puede ir en la documentación que se reparta y, en todo caso, será motivo de conversaciones posteriores con los técnicos que designen las personas interesadas que asistieron a las conferencias. Olvidar estos principios básicos, puede generar en el cliente un sentimiento diferente al que pretenden los suministradores. Así lo supo apreciar el director general de Hewlett-Packard, Juan Soto, que cerraba el ciclo de ponentes, renunciando a exponer su tema, por la falta de rigor en tiempo y contenido de algunos de los que le precedieron, y el deseo de no cansar al potencial cliente. El fuerte aplauso con que fueron recibidos sus palabras, lo dice todo.
El tiempo es sagrado para todos. Y el contenido de las ponencias no debe defraudar. Conceptos que se olvidan, en esta clase de eventos, con demasiada frecuencia.