El reto de un fenómeno
Cualquier aplicación de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones que se pueda imaginar, como navegación por Internet, televisión digital, Internet móvil, videoconferencia, seguridad, comunicaciones fijas o móviles, mensajería, difusión interactiva de contenidos, televisión en movilidad, comercio electrónico, etc., hace un uso intensivo de componentes procedentes del ámbito de las telecomunicaciones, del software y del hardware electrónico, que constituyen los elementos técnicos sobre los que se sustenta la convergencia.
A lo largo de la década de los años 90, este fenómeno alcanza su primera manifestación básica. Pero es a principios del siglo XXI, cuando empieza a demostrar su gran potencial, en especial en los aspectos relacionados con el tremendo poder industrial, social, comunicativo y de entretenimiento que posee la tecnología.
La digitalización de la información, junto con el enorme avance de las técnicas de compresión de la señal, Internet y el protocolo IP; con la llegada masiva de la banda ancha a empresas y a los hogares, la multiplicidad de plataformas de acceso hasta el usuario final, y, en un futuro ya no tan lejano, la explosión de la interactividad, impulsada, sobre todo, por la Televisión Digital Terrestre, están trayendo consigo un cambio de hábitos en el ciudadano como receptor final de la información, y una auténtica revolución en las empresas.
Ya nadie puede permanecer ajeno a estos movimientos. De hecho, las empresas, empujadas por el avance de la tecnología, tienen que plantearse de nuevo objetivos, inversiones, perfiles de sus trabajadores, modelos de negocio adaptados a la nueva realidad.
El cliente ya no es el mismo, sus demandas son otras, y puede recibir información por tierra, mar y aire y en movilidad.
Vivimos en cambio permanente, en un mundo cada vez más complejo, pero también cada vez más apasionante en el que logra mayor ventaja quien sabe anticiparse.
Ello ha supuesto, y supone, la aparición continua de nuevos productos y servicios, que hace escasos años ni existían ni siquiera eran imaginables.
Nos encontramos ante un sector complejo, y, a la vez, fundamental para el desarrollo y el progreso de la sociedad. Su influencia en todos los aspectos de la vida económica y social, y el soporte horizontal a los demás sectores productivos, convierten a las tecnologías de la información y las comunicaciones en estratégicas para el establecimiento de políticas públicas de apoyo al desarrollo industrial y social de los países.
Esta convergencia de tecnologías, soportes y mercados obliga a las empresas a pasar, de un dominio horizontal del negocio, a la necesidad de controlar la cadena de valor vertical que va desde la generación de contenidos hasta su entrega al usuario final.
Este no saber con certeza el producto demandado por el usuario, por lo cambiante de la tecnología, genera un mundo cada día más competitivo, con márgenes más ajustados, al que hay que saber anticiparse.
Es cada vez más dificil saber hacia dónde conviene dirigir los negocios, pero sí tenemos la seguridad de que se necesitan empresas dinámicas, creativas, flexibles, preparadas para el cambio permanente.
Sólo un ejemplo: la oferta del triple play fue, en sus origen, novedosa, diferenciadora. Hoy, asumida por todos, ya no sirve para fidelizar a los clientes; se tiene que ir más allá. Pronto se ofrecerá el cuádruple play, que incluye además la recepción de servicios en movilidad.
La telefonía IP está llamada a revolucionar el negocio tradicional de las operadoras, que tendrán que actuar en consecuencia, porque la información, en cualquier caso, continuará fluyendo por sus redes.
En este panorama, conviene destacar el significativo papel de los expertos en el proceso de integración del nuevo modelo de negocio que va a permitir la transformación de la mayoría de los operadores en empresas de servicios integrados de telefonía fija, móvil, Internet y televisión.
Una vez más, se confirma que el perfil de los ingenieros de telecomunicación no sólo dispone de la componente técnica necesaria para saberle sacar el máximo provecho a la innovación tecnológica, sino que la eficiencia en la gestión y el liderazgo empresarial son el ingrediente complementario que se necesita en un sector lleno de oportunidades.
Por Enrique Gutiérrez Bueno, Decano Presidente del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación (COIT).