El reto de las ciudades inteligentes
La Unión Europea ha demostrado su liderazgo en el desarrollo de las ciudades inteligentes y sostenibles. En un reciente informe, “Energía 2020: Una estrategia para la energía competitiva, sostenible y segura”, la Comisión Europea ha identificado la iniciativa de Ciudades Inteligentes como un proyecto de dimensiones europeas, de especial relevancia para la eficiencia energética y el desarrollo de las iniciativas para las energías sin carbón.
En ese sentido, la Comisión Europea lanzó a principios de este año una iniciativa industrial para las soluciones de ahorro energético en las ciudades. En el interés de mejorar el potencial de los Estados miembros de la UE para cumplir sus objetivos de reducción de carbón en el año 2020, la Comisión ha propuesto una serie de simples pero ambiciosas medidas para involucrar a los ciudadanos, empresas, gobiernos y reguladores energéticos.
Pero, ¿es suficiente? En la opinión del analista de IDC, Jan A. Duffy, es un gran comienzo. Las ciudades inteligentes serán núcleos urbanos sostenibles, pero hay mucho más por hacer. No es suficiente, por ejemplo, para reducir las emisiones de CO2. Un estudio reciente del Centro Regional de Ciencia de la Universidad de Viena identificaba seis características para la elaboración de una ciudad inteligente: economía, movilidad, población, vivienda y gobierno inteligentes.
A pesar de que la evolución de esta iniciativa es difícil de medir debido a todos estos elementos, discretos e interconectados entre sí, la ciudad inteligente en 2011 es un lugar donde todos quieren vivir, las empresas quieren invertir y otras ciudades quieren imitar. Es una institución social que representa una oportunidad para aquellos que tengan coraje y visión para llevar a cabo los cambios necesarios para que una ciudad pueda funcionar hoy en día.
Las ciudades inteligentes, en tanto que involucran tantos aspectos, implican a muchos actores para llegar a buen término. Desde la política, los gobiernos y autoridades deben facilitar un escenario favorable a las iniciativas de ciudad inteligente, así como gestionar de manera efectiva las relaciones entre los distintos actores, tanto del sector público como privado. En ese sentido, serán necesarios cambios legales y apuestas de mayor riesgo de los modelos habituales. La innovación y la mentalidad abierta de los políticos es necesaria para poder realizar todos estos cambios.