El criterio del CIO se convierte en determinante
En estos tiempos, cuando se trata de tecnología de empresa, las compañías están haciendo preguntas duras y difíciles sobre los gastos e inversiones en nuevas iniciativas.
Muchas compañías dejaron de hacer preguntas durante el furor de los gastos en tecnología a finales de los años 90. Habiéndose resignado a invertir grandes sumas para cumplir con los requerimientos del año 2000, las compañías se unieron pronto al carro de la “revolución” Internet, promovida por los consultores. Nadie preguntó, “¿Cuál es el beneficio para este proyecto?”. Si lo hacían, eran considerados como avaros y sin visión de futuro.
En los últimos tiempos, se ha observado cómo el péndulo oscila de nuevo. En una época de presupuestos ajustados y crecimiento lento, los juguetes más novedosos y atractivos de la tecnología no valen gran cosa a menos que ofrezcan verdadero valor para la empresa.
Valor ¿para quién?
Desde la perspectiva del presidente o CEO, la cuestión operativa al evaluar el valor de la Tecnología de la Información es, ¿Valor desde el punto de vista de quién? Los clientes, las personas en el área back-office y los accionistas no siempre tienen una opinión común de en qué consiste una buena inversión en tecnología.
Clientes. A los ojos de los clientes, cualquier iniciativa en tecnología tiene valor si les permite hacer negocios de forma más fácil y rápida con la compañía en cuestión. Puede tomarse como ejemplo la manifestación tecnológica más visible en el mundo de los negocios: el canal Web, al que los clientes acuden a informarse sobre la compañía y a comprar sus productos y servicios. En el sector de las inversiones, los clientes estaban clamando por el acceso online a las cuentas y lo han conseguido, aunque ello no haya tenido lugar a favor de sus intereses. La mayor facilidad en las transacciones puede tentar a los inversores a comprar y vender en exceso, reduciendo generalmente las reservas.
Empleados. Las personas que trabajan en la compañía definen la tecnología de una forma diferente. Para ellos, las iniciativas más útiles y valiosas son aquellas que hacen más interesante su trabajo o que les dejan libres para realizar más tareas que generen valor añadido. En el sector de las inversiones, la llegada de las capacidades de transacciones automatizadas hace una década significó que la gente no tenía ya que procesar manualmente todas las compras, amortizaciones e intercambios. Por el contrario, podía ya realizar el proceso por exclusión, concentrándose en las transacciones que requerían atención especial.
Accionistas. Aunque es importante atender a las necesidades de los clientes y de los empleados, para muchas compañías lo que tiene valor en última instancia es definir en qué consiste el valor para el accionista. Por ejemplo, ¿Cuál es el beneficio sobre la inversión? ¿Ofrecerá esta nueva iniciativa valor económico al mejorar la calidad, reducir los costes o aumentar los ingresos? Para que su existencia esté justificada, las iniciativas en tecnología diseñadas para atender a la necesidad de un cliente o para los empleados deben también ofrecer valor para los accionistas.
Aunque esta definición del valor para el accionista es la que debe tener más peso, las inversiones en tecnología más importantes deben ser examinadas desde las tres perspectivas. Para garantizar que esto es así, generalmente se designa un defensor para cada uno de los puntos de vista cuando se analiza la posible justificación comercial de una inversión importante. Tener a personas ocupando esos puestos puede ser una buena forma de garantizar unas ideas y opiniones disciplinadas sobre el valor.
Lo que hay que tener
Una regla fundamental para evaluar el valor de las Tecnologías de la Información, es que las “hojas electrónicas” no dicen toda la historia. Aunque la valoración puede ser abordada de múltiples formas para analizar el beneficio previsto de una nueva iniciativa, cualquiera que sea el método utilizado no puede pasarse por alto el buen juicio y la intuición de la propia compañía. Basar sólo en cifras las inversiones en tecnología puede ahorrar pequeñas cantidades e impedir ganar grandes sumas.
Cuando se desarrolló una presencia online a comienzos de los años 90, todo estuvo basado en el instinto y la intuición. Se pensó intuitivamente que el acceso online a las cuentas nos permitiría reducir los costes del servicio a los clientes –lo cual, naturalmente, resultó ser cierto al final– pero en aquellos momentos se carecía de cifras en apoyo de esa idea, al ser Internet una cosa tan nueva.
El CIO y el CEO perciben intuitivamente dónde está el valor para los accionistas en una iniciativa tecnológica determinada. Es al Director de Sistemas o CIO al que corresponde verificar que la empresa está obteniendo y gestionando las capacidades tecnológicas óptimas para sus prioridades estratégicas. Una cuestión principal a plantear al considerar cualquier proyecto importante es, ¿Puede ser utilizada esta tecnología en los diversos segmentos del negocio para atender a múltiples necesidades?. Es esencial distinguir las modas pasajeras de las cosas sustanciales, y también aquí la perspectiva del CIO sobre la tecnología del negocio es extraordinariamente valiosa.
Una herramienta que el alto ejecutivo ha aprendido a utilizar para distinguir las modas del momento de la sustancia es la “sesión con abogado del diablo”. En estas reuniones, dos equipos debaten rigurosamente desde muchas perspectivas los pros y los contras de un curso de acción específico. Así, las tendencias pasajeras tienden a perder atractivo cuando se someten a un examen riguroso de ese tipo.
Resulta inimaginable buscar soluciones de tecnología comercial sin medir el valor generado a cambio. De qué otra forma puede responderse a la cuestión, ¿Qué hemos obtenido por nuestro dinero? Dentro de esos esfuerzos, el CIO tiene un papel crucial como líder de tecnología de negocio dentro de la compañía. El CEO puede situar la generación de valor para los accionistas en el primer lugar de la lista de prioridades, pero es el CIO el que aporta el valor de las Tecnologías de la Información. Y puede tenerse la seguridad de que el CEO está contando con ello.
Amenazas al valor
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I- Apresurarse por obtener una solución. El fallo más importante en la toma de decisiones sobre tecnología comercial es probablemente apresurarse por adoptar una solución sin comprender totalmente cuál es la necesidad básica. El primer paso deberá consistir en definir el problema con precisión, y aquí el CEO demanda del CIO que desempeñe un papel activo. Es importante tener en cuenta que la tecnología no es la solución a todos los problemas.
II- Perder el enfoque sobre el valor. La mayoría de las compañías realizan un buen trabajo en evaluar inicialmente el valor potencial, pero después pueden olvidarse de mantener en primer lugar ese objetivo al ir avanzando el proyecto. Es