El Código de la AEC
El Código, como manifiesta la AEC, es un conjunto de reglas básicas de comportamiento que sus miembros se comprometen a respetar. Tan serias, bonitas, y universalmente aceptables como que “Las empresas de consultoría: sólo aceptarán trabajos para los que posean el conocimiento y experiencia necesarios; sólo utilizarán técnicas probadas y que dominen; responderán a las solicitudes del cliente proponiendo soluciones avanzadas; se comprometen, para prestar sus servicios adecuadamente, a estar al día en las últimas tendencias del mercado. En referencia a la mutua confianza, el código recoge que “se fomentará por parte del cliente y de las empresas consultoras un trabajo conjunto y constructivo, de modo que ambos consigan el máximo beneficio de la relación”. Dentro del apartado de objetividad e imparcialidad, se significa: “El equipo consultor garantiza la objetividad e independencia de opiniones, así como la calidad de los productos finales; el equipo consultor dará sugerencias constructivas, exponiendo los pros y los contras de las opciones posibles y explicando cuáles de ellas son factibles”. Y, al referirse a la calidad, se dice: “Las empresas de consultoría contribuirán, desde sus mejores prácticas, a desarrollar, conjuntamente con el cliente, una mejora continua de la calidad de los servicios”.
Hay que felicitar a la AEC por el mensaje de buenas intenciones que ha querido transmitir con su código. Sin embargo, también es obvio que la materialización de compromisos o normas depende siempre del nivel de cumplimiento de las personas, y en éste apartado, los cumplimientos pueden ser impredecibles e imprevisibles. Tan difícil es, a veces, aventurar resultados, que el cliente, para asegurar control y seguimiento eficaz, se pertrecha en la redacción de Pliegos de Prescripciones Técnicas y posteriores contratos, de puntos claves para mantener timón y rumbo, que le garanticen la consecución de la calidad que desea, en los términos y fechas prefijados. Confía más en lo que él exige, que en los buenos propósitos de los suministradores. La experiencia manda.