Diez años del Cuerpo TIC
Para conseguir prestigio, y ubicarse en el lugar adecuado que le permita rendir como debe, el Cuerpo TIC está obligado a captar la atención del político, persuadirle de las múltiples ventajas que su gestión depararía, y demostrarle que, precisamente por ser especialistas, tienen que inspirar y protagonizar la concepción y seguimiento de toda política concerniente o relacionada con las TIC. Pero, para ello, es imprescindible aprovechar la entronización actual de las TIC en todos los ámbitos de la sociedad, su popularidad y contrastada eficacia ya que, en esta tesitura, el político encontrará un campo abonado para intentar demostrar el incremento de los niveles de eficacia en la Administración, por su mediación, y obtener ventajas. Consecuentemente, el político –empezando por el propio Presidente del Gobierno– encontrará rentable rendirse a la evidencia de los acontecimientos, y le parecerá razonable, además de conveniente, potenciar las atribuciones y misiones del Cuerpo TIC. ¿Cómo? Elevando el nivel de los miembros de este cuerpo para que estén muy cerca, o al lado, de los puestos de decisión política –por ejemplo, formando parte del equipo de asesores en los gabinetes de ministros y secretarios de estado– y, para facilitar la interlocución con los más altos cargos políticos de cada Departamento ministerial, crear direcciones generales TIC en los ministerios más emblemáticos. Empezando por reconocer –en sintonía con la terca realidad que impone sus normas de pragmatismo– que tanto la Dirección General para el Desarrollo de la Sociedad de la Información del Ministerio de Ciencia y Tecnología, como la Dirección General de Organización del Ministerio de Administraciones Públicas, deberían estar ocupadas siempre, siempre, por miembros destacados del Cuerpo TIC. Hay cosas incontrovertibles.