Deseos imposibles
Durante la reciente celebración de TICAP 98, Juan Soto, Presidente de Hewlett-Packard Española, afirmó que la Administración Pública “sólo tiene en cuenta los precios como único factor determinante en los concursos que convoca, mientras que son los intangibles los que diferencian a los mejores suministradores” . En este sentido también se manifestó José Cabrera, Director General de Sun Microsystems, asegurando que “la Administración sólo se fija en los precios, sin entrar a valorar, por ejemplo, la funcionalidad del sistema operativo” . Es evidente que la queja que formulan corresponde a una realidad que puede constatarse en muchos casos . En nuestro semanario se ha comentado en diversas ocasiones, porque lo hemos comprobado tanto en contratos de suministro, como de asistencia técnica, o servicios de mantenimiento . Pero, siendo una verdad irrefutable que el precio decanta y sentencia gran parte de las decisiones, es recomendable penetrar en la casuística del problema, examinarla, y cargar la responsabilidad al auténtico merecedor de ella .
Poniéndose en el lugar del comprador de la Administración, es perfectamente entendible que recurra a todo tipo de artilugios de gestión para intentar optimizar el rendimiento del presupuesto disponible, que en la mayoría de los casos resulta exiguo . Tiene capacidad de gasto, pero no puede ejercitarla como desea y necesita porque los recursos disponibles hipertrofian las iniciativas más brillantes, e incluso las estimadas como ventajosas . Inmerso en esta problemática el comprador tiene que romper la capa de presión y responsabilidad, buscando alternativas que le proporcionen felices apoyaturas en su obligado caminar por sendas de futuro .
En el ámbito de la Administración hay responsables de contrataciones informáticas que defienden el criterio del precio, y utilizan argumentos y estudios para justificar el porqué de este posicionamiento . Otros emplean distintos planteamientos para dilucidar lo más conveniente, sin forzar a las empresas a concesiones que podrían redundar en una menor atención al cliente . La seguridad y la garantía de un buen servicio hay que pagarlas . Pero los del primer grupo es difícil que cambien su actitud mientras haya compañías dispuestas a darles la razón . Sustentan la tesis de que siempre habrá suministradores ¡ por lo menos uno ! dispuestos a complacerles . Motivos de diferente índole hacen posible que este fenómeno se repita y sirvan para afianzar en sus puntos de vista a quienes mantienen una especial fijación con los precios . Por lo tanto, los únicos responsables de que esta situación se perpetúe son los propios suministradores -incluyendo los fabricantes de primera línea- y ellos, sólo ellos, tienen la solución . Lleguen a un acuerdo las compañías para evitar la descarnada batalla de los precios, y verán como la Administración tendrá que cambiar radicalmente sus posturas . ¿ Será posible este acuerdo ?