Crónica sentimental de 15 años de historia
Reflexiones al hilo de un aniversario
Hubiera dicho que no han transcurrido más de tres años desde que compartimos con amigos -no todos los que habríamos deseado, dadas las limitaciones impuestas por la capacidad de la Sala Florida Park, en Madrid- unas horas inolvidables mientras cenábamos y presenciábamos, a continuación, el espectáculo de la Década Prodigiosa. Celebrábamos el décimo aniversario de ComputerWorld España. La idea de que el tiempo corre veloz es evidente, porque ese acontecimiento tuvo lugar hace ya ¡cinco años! Nos corresponde por lo tanto, ahora, vivir con emotividad el decimoquinto aniversario de permanencia en nuestro país, disfrutar de la sensación de un buen trabajo reconocido, y añorar compartir, de nuevo con amigos, otro acontecimiento inolvidable.
Para gratificar mi deseo de recordar algunas de las cosas que más me han llamado la atención durante estos tres lustros, me voy a permitir, aunque sea panorámicamente y pasando casi de puntillas por los temas, transmitir en un imaginario soliloquio, la opinión que me merecieron.
El usuario, protagonista
La metamorfosis del usuario ha constituido una auténtica revolución. Se ha pasado, ostensiblemente, del punto al contrapunto. Antes, dominado y esclavizado por la oferta, ejercía de comprador dócil, crédulo, transigente, en todo momento dispuesto a seguir fielmente los consejos interesados de su vendedor/amigo. Tan estrecha era su relación profesional, que el vendedor, ejerciendo de consultor/asesor, le transmitía confidencialmente los planes de su compañía para presentar en el mercado nuevos productos, que lograrían potenciar los Sistemas de Información de sus clientes, hasta niveles donde la repercusión en los rendimientos de la empresa se harían evidentes. De esta manera, se entraba en una dinámica sin solución de continuidad donde el usuario tenía la suerte de esperar, como primicia, el suministro de un potente y avanzado software capaz de hacer maravillas en el CPD. A continuación, le tocaba el turno a un innovador hardware para explotar al máximo las características de un software que se desbordaba. Y se completaba un ciclo que en el sentido expuesto, o a la inversa, dinamizaba la corriente de compras innecesarias de unos usuarios que, salvo excepciones, tenían la informática infrautilizada, muy lejos de los índices de saturación de los sistemas. Ahora, en cambio, los usuarios, más profesionalizados, compran exclusivamente lo que necesitan. Son ellos los que piden con un matiz diferenciador importantísimo: Se han vuelto tan exigentes, que ponen en la mesa de negociación condiciones leoninas a precios aparentemente inconcebibles, y logran su objetivo. Siempre encuentran alguna empresa interesada en ceder. De momento, no parece que el comprador esté dispuesto a cambiar de método.
El PC como desmitificador de la informática
En estos años, los avances tecnológicos, en gran cantidad y ascendente calidad, han transformado profundamente los hábitos de trabajo y han divulgado la informática con inusitada profusión. El papel de principal artífice de esta tangible realidad hay que atribuírselo al segmento del PC. Ha convulsionado los Sistemas de Información; ha desmitificado la informática, la ha popularizado, la ha hecho asequible y amigable en todos los planos profesionales del organigrama de la empresa, y la ha metido en los hogares como si se tratase de un electrodoméstico más. En el estudio de la historia y evolución de la informática, el antes y el después del PC mostrará grandes contrastes.
TPMs consolidadas
Las TPMs, empresas de servicios de mantenimiento independientes, fueron recibidas con desconfianza y escepticismo por el usuario a su llegada a nuestro país. A ello contribuyeron poderosamente los fabricantes, que conocían perfectamente lo que se les venía encima. Sus comerciales, que iban a ser los primeros en notar en sus cuotas los efectos lacerantes de las TPMs y la consiguiente repercusión en sus emolumentos, se encargaron de difundir tenebrosas versiones para quienes osasen caer en la tentación de fiarse de los catalogados como peligrosos intrusos. Su presencia, no obstante, ha sido como una bendición para el usuario ya que, sus ofertas realistas, consiguieron derrumbar el fortín de precios intolerables que habían construido y disfrutado los fabricantes. Con demasiada lentitud, pero al fin prevaleció, más que la cordura, la necesidad de competir sin riesgo de quedar arrinconado y olvidado. Comparen las tarifas de los servicios de mantenimiento de los fabricantes en los años anteriores y posteriores a la llegada de las TPMs ¿No es lo de ahora una maravilla? ¿Para cuándo el merecido homenaje, por parte de los usuarios, a las TPMs?
Los profesionales del sector
No es que fueran sacando pecho constantemente y consintieran en sesiones de besamanos, pero al ser considerados como personas con inteligencia privilegiada, muy por encima de la normal, eran deificados en los ámbitos de la propia empresa y de la sociedad porque, además, utilizaban un argot y jerga ininteligibles para el resto de los mortales. Se hablaba de que ganaban sueldos espectaculares y el morbo por lo esotérico propiciaba el incremento incesante de vocaciones por pertenecer a la estirpe del futuro. Dos circunstancias fomentaban este pensamiento: los reiterados estudios de los teóricamente entendidos en la materia, proclamando la necesidad de miles y miles de informáticos para los "próximos años"; y la relativa facilidad con que encontraban trabajo aquellos que se habían limitado a hacer un curso de programación de unos seis meses. Hecho que avalaba las optimistas predicciones de expectativas halagüeñas para los especialistas. De aquellas idílicas vivencias, al elocuente presente ¿Un abismo?
La inevitable crisis
Si los informáticos eran considerados por sus conciudadanos como los oráculos de los dioses, los fabricantes del sector polarizaban envidias generalizadas por su trabajo, por pertenecer a la élite del vanguardismo tecnológico y por los desmesurados beneficios que se les atribuían. El sector lo componían IBM y unos cuantos más, ya que el gigante azul acaparaba más de la mitad del mercado, pero lo dominaba en su totalidad. Hasta tal extremo era dueño de su pulso, que marcaba las pautas, las cadencias y los momentos estratégicamente adecuados para introducir las novedades y romper los esquemas comerciales a los que el resto de suministradores se habían adaptado para coexistir lo mejor posible. En cada bandazo de IBM, las empresas más débiles perecían, pero las vigorosas recobraban bríos y se fortalecían, logrando crecer y recortar, paulatinamente, la hegemonía del gigante. Cuando este pulso se perfilaba agudamente desafiante y emocionante, llegó la inesperada crisis. Su brutal zarpazo convulsionó y trastocó estructuras y estrategias de futuro. Su huella: reducciones alarmantes de plantilla.
La metamorfosis de las ferias
En el periodo que analizamos, SIMO ha conocido los años más boyantes de su existencia, así como, también, su progresivo declive y transcendental y vital punto de inflexión, con nueva organización, distinto enfoque, y conciencia de haber retomado un rumbo adecuado. Obviamente, también la crisis afectó a la Feria y la debilitó en demasía. Pero, precisamente por ello, es justo recordar el mérito de sus creadores y su brillante gestión durante muchos años. Otro evento con peso específico, el Salón Informat de la Fira de Barcelona, ha tenido una andadura desigual y desdibujada en varios de sus tramos. Tuvo fuerza y justificadas ambiciones pero, sus sorprendentes altibajos, le han restado credibilidad y señas de identidad. ¿Hacia dónde desea ir el remodelado Informat? ¿Hacia dónde va? Han ido proliferando certámenes de este tipo, pero localmente y con escasa entidad. La excesiva atomización, solo puede venirles bien a unos pocos. Los tiempos han cambiado; del pr