Contrataciones de profesionales

Las contrataciones de empleados por parte de empresas competidoras, en el sector de las Tecnologías de la Información, son un fenómeno imprescindible, conveniente, y saludable, que no hace falta fomentar ni defender porque la propia dinámica de los acontecimientos impone su oportunidad y eficacia. Como actualmente está sucediendo, siempre se han escuchado voces denunciando lo que consideraban procedimientos heterodoxos utilizados para tal fin, pero que no representan, sin duda alguna, a la generalidad de las actuaciones en la captación de profesionales. El proceso de sustraer empleados de empresas ya consolidadas es imprescindible, porque aporta rapidez y garantías de acierto cuando las compañías de nueva creación acuden a núcleos concretos de actividad, donde encuentran trabajadores del perfil y conocimientos de los que necesitan; es conveniente porque aporta, tanto a empleados como a empresas, vías de solución y mejoras ante contingencias concretas; y es saludable porque, los destacados especialistas y buenos trabajadores pueden asegurarse una continuada mejora de sus emolumentos y condiciones laborales. Una palabra resume el movimiento de empleados en la empresa: Rotación. Si el índice es bajo, puede significar que existe un alto nivel de satisfacción en la plantilla, por lo que no atienden o desechan ofrecimientos de otras compañías -raro será el caso en el que nadie reclama la atención de todo un colectivo, por ser profesionales con perfil o aptitudes poco apetecibles-; en cambio, si la rotación es grande, puede deberse a que, comparativamente, no están suficientemente bien retribuidos, o que sus destacadas cualidades son apreciadas por empresas competidoras, que estiman rentable contar con su colaboración.
Reconocida la insoslayable conveniencia de solventar puntuales necesidades de personal acudiendo a la contratación de profesionales de la competencia, hay que censurar, sin embargo, los comportamientos de filosofía sátrapa, que ahora mismo se están produciendo, con los que se pretende -además de captar a gente con conocimientos y experiencia- que se lleven documentación valiosa y hagan posible -cuanto antes mejor- el trasvase de clientes de la empresa que dejan, para agregarlos a la que acaban de incorporarse. Y no sirve, para frenarlo o paliarlo, recordar artículos sobre Competencia Desleal, o invocar párrafos de nuestra Constitución. Porque los urdidores de las prácticas desleales, siempre encuentran recovecos para disimular aptitudes, o argumentos para justificar lo que para todos -incluidos ellos- tiene fácil lectura. Así se ha podido comprobar en casos que han transcendido a la opinión pública donde los demandantes, por ausencia de pruebas concluyentes, no han podido conseguir las reivindicaciones que pretendían.
Aconsejar comportamientos éticos a quienes están obsesionados con estrategias y cifras de negocio puede resultar baldío. Pero no deben dudar que jugar con cartas marcadas, siempre comporta un riesgo.