Comienza la cuenta atrás para la adaptación al euro

Los sistemas de información empresarial se someten a revisión

Un estudio llevado a cabo por la consultora NOP a instancias de IBM revela que tan sólo el 2% de las empresas europeas están preparadas para operar en euros, lo que indica que muchas de ellas tendrán que darse prisa si quieren estar listas el 1 de enero de 2002 para la unión monetaria. Los datos de KPMG son más alentadoras pues muestran un 20% de empresas europeas ya adaptadas. Sin embargo, sólo el 15% de las pymes incluidas en el último Eurobarómetro pueden realizar sus operaciones en euros, otro 25% lo hará a finales de año y el resto espera hacerlo a comienzos del 2002. Informa Ana Segura.

Estos porcentajes cobran especial relevancia si se tiene en cuenta que deberán ser modificados el 70% de los programas informáticos implantados en las empresas. Asimismo, según el estudio de IBM el 20% de las empresas encuestadas confesaron no estarán preparadas adecuadamente para operar con esta moneda en la fecha señalada.
La introducción de la moneda única europea prevé importantes ventajas para las finanzas, comercio y negocios en general en nuestro país, aunque a largo plazo. Hoy por hoy sólo cabe analizar los costes que conlleva situar a España a la altura de las economías de sus homólogos europeos. Dentro de esta corriente, se ha detectado como uno de los focos más problemáticos la adaptación de los sistemas de información a la nueva moneda, fundamentalmente porque deberán reconocer los decimales y realizar correctamente los redondeos; al margen de los cambios estratégicos que deberán llevarse a cabo en la organización que quiera competir con éxito dentro de la aldea global.
Junto al problema del año 2000, el Euro fue calificado como mal endémico de finales del milenio pero, a diferencia de aquél, pocas empresas tecnológicas se están dedicando a resolver el problema de la transición a la moneda única. Para Jesús Gallego, situado al frente de la Secretaría de la Moneda Única de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA), “la realidad es que no ha habido prisa por su adaptación. El haber contado con un período transitorio tan amplio, de tres años, ha hecho pensar a las empresas que la cosa estaba muy lejana y no había necesidad de correr. Algunos porque querían conocer las experiencias o dificultades que han tenido otros de adaptaciones de máquina, programas, etc., y otros porque esperaban que se abaratasen los programas y se estandarizasen”.
No obstante la cuenta atrás ha comenzado, pues nos encontramos en la tercera fase de adopción definitiva del euro, cuya fecha límite se ha establecido el 1 de enero de 2002, a pesar de que exista un período denominado de canje de dos meses en los que se procederá a la sustitución de billetes y monedas nacionales en euros y céntimos de euros, aunque la contabilidad, formalmente deberá hacerse únicamente en euros. Hasta el 30 de junio la nueva moneda convivirá con nuestra peseta, pero a partir del 1 de julio de 2002 el euro sea la única moneda de curso legal.
Si bien en estos momentos rige el principio de no prohibición, no obligación, por el que se permite la utilización de las dos monedas, sin poder exigirse el euro como única forma de pago, y a pesar de que son muy pocas las empresas que han optado por adaptarse antes de la fecha límite, lo que sí parece básico es la elaboración de un Plan de Actuación para reducir en lo posible los costes de transición. Para la gran mayoría de empresas, el 2001 era el año predefinido para acometer la adaptación, condicionado en parte porque las relaciones con proveedores y clientes seguían manteniéndose prioritariamente en pesetas, al margen de las que profesen una actividad eminentemente internacional. A pesar de las imposiciones legales, aquellas empresas que no logren asumir el reto del cambio en el tiempo previsto, “no tendrán más remedio que hacerlo cuando puedan aunque hayan agotado el período de transición/adaptación”. Pero, para Gallego, lo realmente preocupante no son las presuntas infracciones en las que podría incurrirse, sino el poder llevar de una forma airosa la mancha negra de no haber sabido adaptarse.
El representante de la CECA considera que tecnológicamente el euro es incluso más complejo que el temido efecto 2000. “Nosotros ya hemos pasado por las dos experiencias, porque como entidad financiera teníamos que anticiparnos a la demanda de los clientes que quisieran operar en euros, aunque desde el 99 hayan sido muy pocos”. “No se trata sólo de programas -insiste Jesús Gallego-, de la mano del euro vienen operaciones, globalización, evolución de los tipos de interés, y un espacio único europeo que afecta a los negocios, además de la adaptación de normativa, oportunidades y amenazas que no se daban con el año 2000. Por tanto, no debe considerarse la conversión de moneda como un simple problema de divisas, sino de planificación en euros, lo cual requiere también un cambio de mentalidad”.
En cuanto al tiempo estimado para la conversión en una pequeña y mediana empresa, éste dependerá fundamentalmente de la complejidad y antigüedad de sus sistemas, la documentación de los lenguajes de programación utilizados en las aplicaciones a medida, la estructura de sus bases de datos y las soluciones estandarizadas que existan en el mercado sobre el tema del euro, proceso que puede situarse, según algunas estimaciones, en torno a los 9 y 12 meses.

Una oportunidad para la modernización
En cierta medida la transición al euro podría ser considerada como una oportunidad para migrar hacia paquetes de software más modernos y eficientes.
Entre las alternativas de cara a la transición podrían considerarse la denominada estrategia big-ban, el cambio progresivo y la migración hacia un nuevo sistema. En el primero de los casos, modelo big-ban, la empresa decide cambiar todos sus sistemas de información a un tiempo, evitando utilizar un sistema mixto euro-peseta; durante el período transitorio en el que los sistemas operarán en pesetas, se deberá proceder a una planificación meticulosa del tiempo a invertir en la conversión de los datos históricos de pesetas a euros. El cambio progresivo, por su parte, implica que los sistemas se van cambiando a medida que están preparados, presentando el inconveniente de la coexistencia de sistemas que operan con monedas distintas y los interfaces correspondientes para realizar la conversión de una moneda a otra. En último caso se presenta la implantación de un nuevo sistema como alternativa ante la obsolescencia de los que se encuentren operativos; adecuado en los supuestos en los que la adaptación de las funcionalidades que el euro requiere, resulte más costoso que la renovación completa.
La elección de la estrategia a seguir depende de cada empresa, pero habrá de tenerse en cuenta que el tiempo se agota. El retraso en el proceso de adaptación generará una situación en la que pueden producirse cuellos de botella, tanto en la propia organización como en las empresas de consultoría informática y en la que también es posible que los suministradores no tengan capacidad de respuesta.
En último lugar, y siguiendo las indicaciones de Jesús Gallego de CECA, “se debería comenzar con los trabajos de planificación y organización, definiendo con claridad el orden de priorida

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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