Centros de desarrollo: ¿distancia geográfica o cultural?

La apertura de nuestra economía al exterior es un hecho y cada vez son más las empresas españolas que miran a otros países en busca de nuevos mercados o de lugares donde establecer sus plantas de producción. Si en el pasado eran las empresas multinacionales alemanas, francesas o estadounidenses las que ponían los ojos en España como un lugar que reunía una serie de condiciones idóneas para instalar sus factorías, ahora son las empresas españolas las que buscan en otros países estas condiciones para desarrollar su negocio.
En nuestro sector, es una práctica muy común entre las empresas de TI anglosajonas la creación de centros de desarrollo en otros países, llamados offshore o nearshore en función del país de que se trate, pero no es una práctica tan extendida entre las empresas españolas, que están comenzando ahora esta andadura.
Esto se debe a multitud de factores, entre otros el grado de desarrollo del mercado de origen, la abundancia o escasez de recursos humanos especializados, los costes, o la cultura corporativa o la cultura más o menos global del propio país, entre otros. Lo cierto es que una de las primeras y más importantes decisiones que tiene que tomar una compañía para abrir un centro de producción en el extranjero es plantearse si opta por la proximidad geográfica o cultural a la hora de elegir el país de destino. Para una empresa española éste no es un tema menor, ya que se enfrenta a unos condicionantes culturales que tienen superados empresas más globales, con más trayectoria internacional, pero no las españolas.
El primer condicionante para una empresa española es el idioma inglés, cuya penetración en nuestro país es de las más bajas de Europa. Por esta razón podría parecer que Latinoamérica es el lugar idóneo para emplazar un centro de desarrollo offshore. Sin embargo, aquí nos encontramos con el problema de la distancia y los cambios horarios. Coordinar un proyecto con una diferencia horaria de seis u ocho horas puede hacer que éste esté condenado al fracaso. Sólo por esta diferencia horaria, una simple consulta puede llevar un par de días. En proyectos donde el time to market es un factor crítico, es simplemente inviable.
Ahora las empresas europeas en general y españolas en particular tienen una tercera opción: los países emergentes del este de Europa. Tienen la ventaja fundamental de la proximidad geográfica, lo que es muy adecuado no sólo por el asunto de la diferencia horaria, sino por la optimización de tiempo y costes. Pero estos países no están exentos tampoco de problemáticas como un capitalismo salvaje o un tejido económico y legal en desarrollo. A esto hay que añadir las diferencias de práctica profesional. Las rutinas de trabajo en los países del este son más parecidas a las de un perfil anglosajón que al de un latino.


E. Sáenz de Tejada es dtor. de tecnología y producto de Grupo Delaware.

Viñeta publicada el 20 de febrero de 1870 en La Flaca n.º 35 Tendencias

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